POEMAS EN PUERTO VARAS
2020
Para mi nieto Agustín
Aves del lago Llanquihue
Arbol y lago
gotas de aves
oran a su padre sol
ruegan por el adviento de la luz
reclinándose en la brisa.
Comulgan ramas y beben nubes
y aguas hacia la senda del cielo.
Ruegan a su espíritu infinito
que hoy es aire sagrado.
Contemplo el don del agua iluminada
que bautiza con sus dedos de luz a la tierra nacida
y la nombra Madre en la pila bautismal
según rito de fe en el cuenco del lago.
Observo lento la luz que nada
se deja mover por el espacio del oleaje
pequeñas moléculas de universo
estrellas flotantes en este lado humano
de la cara del cielo, el redentor.
Miren niños estas pequeñas
gotas de luz brillan
emanaciones del Padre sol
flotan radiantes en el agua santa
sin apagarse para nosotros
siempre en el movimiento
curvo de las olas.
Peregrino en la orilla del lago Llanquihue
Mi muchedumbre de piedrecitas de colores
camina densa sobre mi tierra sumergida
sube por estas aguas diáfanas y lentas
que me regalan su luz de cielo y aire.
Es mi senda a mi tierra prometida
que sube por el pulso de las ondas de agua
la inmersión en la orilla de mi tierra sagrada
peregrino desde hoy hasta mi memoria.
Miro ese camino conmovido
admiro y escucho los latidos del agua
entro con mis ojos en la corriente mansa
acaricio con mi corazón la luz anclada en el fondo.
Mi quieta multitud ahora ora, espera y ayuna
religa con sus cánticos el cielo y la tierra
murmura con lengua dura sus gritos y plegarias
como sones enteros o aves cálidas en mi alma alada.
Madre de Los Lagos
Amados hijos ¿quieren mi vida?
Se las doy desde toda mi alma: aquí Yo Soy.
Hijos amados, esta es mi voz materna.
¿Oyen mis alas suaves de brisa liviana y de viento
tibio?
¡Si me creen, escúchenme, se los ruego!
¡Entiendan mi idioma, es lo que les pido!
Soy el mundo que habitan, tierra es mi cuerpo
sagrado.
¡Soy su madre, háblenme antes de entrar o de salir
de mis sendas!
Caminen cuidadosos, inclínense, atiendan mis
signos, oren, esperen.
Respeten silencios, sonidos, ciclos y tejidos en la
tela de mi piel soleada.
Así entonces podrán respirar mi aliento perfumado,
bañarse en el agua de mis ríos como venas abiertas.
Se iluminarán henchidos en el hogar de mi corazón,
y caminarán seguros en mis surcos y en mis lagos y
en mis mares.
Hijos, para ustedes crezco mis árboles y frutos
floridos para acariciarlos,
soplo mi hálito en sus rostros, los beso, abrazo
cálido, mi paz con ustedes.
Hijos, estoy aquí al comienzo y al final de sus
vidas pequeñas.
Los acompaño tierna y los llevo tomados de mis
manos.
Que no se suelten, que no se caigan, que vamos
juntos.
Este es el camino correcto, esta es la verdad, esa
es la mentira.
Hijos, entonces, pídanme y se los daré,
así de ese modo amoroso búsquenme y me hallarán.
Olvídense de las máscaras del miedo, llámenme y les
abriré,
y no teman a nada porque todo cuanto necesiten se
los concederé.
Las curvas del oleaje mojan los pies del Osorno.
Oiga, peregrino, escuche, enfoque su mirada
parece que el agua del lago Llanquihue
quiere jugar con usted, atento, es solo un instante
para decirle algo de su misterio o traspasar su
secreto.
Observe bien, solo con sus ojos, el agua de la
orilla
porque muestra la luz del sol en su espalda
transparente
se tiende sin pudor y se ven sus gotas de universo
sumergido
también se acerca y se aleja de usted, como
tentando su suerte.
Mire, se cambia de lugar y ondula de este a oeste
su musitado idioma de oleaje solo a usted le habla
quiere tocar sus pies y sus manos, quiere
entregarle sus curvas
viene y se va, corre despacio, fluye rápido,
evapora su contorno.
¿Tal vez usted no alcanza a capturar su constancia?
Usted mire atento, puede experimentarlo en un
segundo.
¿Quizás el sentido de su vida: eterno movimiento?
Solo si espera y ofrece su mirada y sus oídos con
calma.
Juegos de nubes sobre el lago Llanquihue
Entonces también miremos hacia arriba
juguemos con las nubes y el viento.
¿Qué vemos, imaginamos o esperamos?
Premio para el que observa el cielo.
Esa nube podría ser un pez, la otra un ángel
esa un perrito, aquellas dragones, cuncunas, manos.
Y oleaje y bandada
o tal vez la casa del Padre.
Descubramos el aire invisible
que pudoroso se deja ver cuando habla o silba.
O grita con toda su boca
o cuando deja pasar a su universo celeste
una gaviota blanca.
Busquemos figuras o dibujos en las nubes
tal vez encontremos muchas habitaciones
solo para que la libertad sea buena.
A veces cuando caminas por la orilla
puedes encontrar un lugar de pesca
pero prefieres dejar en paz tus redes.
Y optas por acariciar la curva piel del agua
o atender sus movimientos ondulantes
o sus colores anunciando su alma hundida.
Te dices que te gustan esas luces reflejadas
entonces adoras o quizás reverencias su magia
humedeciendo tus manos cálidas y abiertas.
Crees que hay un rito sacramental
en su movimiento sinuoso y dulce
que su misterio transparente toca tu sino.
Tal vez decides dejar peces
para otros peregrinos sedientos
prefieres meditar el agua con tus ojos.
La bendices y la unges y la riegas
en el adviento de la tierra de tu mundo
miras que allí también esperamos.
Ves que el aire ansía su evaporación
que el fuego anhela su frío en la frente
tu alma muestra apetencia de bautismo.
Tour Imaginario en tren del Sur.
Damas y caballeros:
esta bella línea férrea
recostada sobre durmientes
Puerto Varas-Llanquihue.
Oxida sus curvas
espera con brazos abiertos
a los niños del sur y del norte
aunque se tiende y bosteza.
Bordea y mira de soslayo el lago
observa su itinerario mudo
anhelando el tren que la abandonó
engañándola con promesas ciegas
de estaciones alegres y floridas.
Aún espera en la contemplación de las aguas
y de los volcanes Osorno y Calbuco
en su viaje azul y verde
de besos, abrazos, despedidas
y recibimientos felices.
En paz descansan
en un andén de tierra verde y santa
las promesas del tren al sur.
Pero no perdamos ni la fe ni la esperanza
están incluidas en su pasaje.
El maquinista dijo que regresaría
aunque nadie sabe ni el día ni la hora.
Señores turistas, esta es la estación
de ferrocarril abandonada.
Pueden observar:
antiguo andén
elegante fachada
carro de carga
boletería.
Tiempo libre para recorrer el recinto.
¿Tal vez recuerden Humberstone
o Santa Julia, en el norte?
El tren se ha ido
el jefe de estación ausente
sabe su destino.
Mientras tanto deterioro y silencio
visitantes perdidos
inútiles graffitis
aburridos rayados
cortadas de camino
parque en vano prometido.
Aquí solo viajan
las bellas nubes
arcoíris e ilusiones
la lluvia y el viento.
Leyenda de tres gigantes en el lago Llanquihue
Desde el camino
que bordea el lago
desde Llanquihue a Frutillar
y cuando brilla el señor sol
usted puede contemplar
solo si en silencio se esconde
detrás de árboles y arbustos.
Aparecen sin temor tres gigantes
recostados en la tarde o en la mañana
cubiertos con su capa blanca.
Aún simulan mutismo
saben que los miran
tendidos en la orilla.
Refrescan sus pies
disfrutan de la calma
y de la brisa del sur o del norte.
Usted si cree o quiere
puede observar atento
que ellos también esperan
¡no hagan ruido, silencio!
que a veces se enojan.
Cielo Sur de Puerto Varas
Tal vez si confiamos
y creemos podremos ver atentos tiernos
un cielo que cuida sus árboles, hojas y flores.
Azul o gris el cielo cumple
lo que promete
no habla en vano
ni murmura.
Si confiamos veremos que enseña y educa
cuando ama:
y la valentía
y la paciencia
se inspiran por añadidura.
Así con ese afecto podemos sentir
lo que la brisa dice o el viento reclama.
Quizás comprender el sonido del agua
o el elocuente silencio de la madre tierra.
Atardecer en el lago Llanquihue
Dijo un poeta
que no hay camino
que al andar se hace.
Aquí la senda
va por el agua
y por las nubes
que consagran
la tierra creada.
Oiga, vea atento,
imagine, crea,
siga en el sendero.
Observe, eso ayuda.
lo demás está en su alma
y en su mirada.
Dicen
las aves:
mejor
esperar el viento o la brisa
que
regresa de su viaje
al
sur austral extremo.
Dice
Sidhartha:
hay
que saber
ayunar
esperar
orar.
Así
es aquí el tiempo
enseñan
las aves
si
se mira bien
usted
puede creer
así
puede ver.
El que tenga oídos para oír, que oiga.
Y el que tenga ojos para ver, que vea.
Dice un apóstol: “ver y tocar para creer”.
Entonces atestiguamos que la tierra Madre
ofrece ramos floridos al amado su Cielo.
Es evidente.
No lo neguemos tres veces.
Tiempo Notro en Puerto Varas
están en perfecta armonía.
Azul y blanco:
fondo creado
de ese modo
¿Puede creerlo?
¿Quiere flores señorita?
¿Quiere flores el señor?
Aquí en el sur están muy bonitas
para cualquier ocasión.
¿Qué nombre le agrada?
Notro, notru, trewmun, tremun
Ciruelillo o fosforito?
Solamente la brisa o su fe
le soplarán al oído el nombre correcto.
Si lo descubre podrá ver confiado
que esas flores encendidas
alumbran el cielo.
Escrito en la Brisa de Puerto Varas
Parece que hablo y escribo
porque aún tengo un pequeño espacio encendido
en la superficie de este mundo.
Es una ínfima luz y su destello.
Solo tengo reservado
un pequeño entorno de universo.
Mientras tanto en este tiempo de espera
alumbro mi tenue camino
con candiles amarillos y rojos, verdes y azules.
Nos mira sentado el anciano volcán Osorno
paciente deja que la brisa peine sus cabellos de
nubes.
Ahora moja sus pies en su lago y cubre sus hombros
con su chamanto blanco y negro
ya deshilachado por el viento del tiempo.
Mis
palabras son solo eso: renglones que
corren en hojas en blanco
como
agua clara entre riberas irregulares, riachuelos sonoros
caudal
a través de costados pedregosos u orillas sinuosas.
Mis
palabras fluyen en un silencioso y ruidoso torrente de mi agua y de mi sangre
podrían
evaporarse o quizás hundirse en el fondo fangoso de mi cuerpo
o
de otros ojos o de otras manos como las que en este papel ofrezco.
Escribo
porque mis letras son como pequeñas pisadas en la arena
dejan
tenues huellas de mis pies y de mis lápices o de mis teclas
y
se funden con el agua de mar o en el aire o quizás se sumergen en arterias.
Como
un mensaje en una botella o como un volantín en el viento
son
mis letras, palabras y frases, que suben y que bajan, aletean o brincan,
peregrinan
y pueden caer junto al camino o entre espinos o en buena tierra.
Parece
que escribo porque tengo un espacio encendido
en
la superficie de este mundo, solo como una ínfima luz y su destello
en
fin, amigos, escribo porque tengo reservado un pequeño espacio de universo.
Mis
amigos, para recibirlos tengo palabras dispuestas sobre la mesa
algunas
como ofrendas, otras como agua o vino o pan
les
sugiero sentarse a la mesa o si prefieren mantenerse de pie.
Todos
pueden pasar y recibir mis palabras, no hay mácula ni problema
quizás
les guste mi ofrecimiento, apúrense, que alguien podría avinagrar mi verbo
ruego
que se sientan libres si desean degustar esos pequeños cuerpos sagrados.
A veces solo queremos descansar
en el camino.
Observar peregrinos.
Meditar o mirarnos.
Tal vez orar
en una escondida senda
dijo Fr. Luis.
en silencio
antes de continuar el vuelo.
En la ruta diáfana del aire
contenidos por los dones suaves
de la brisa.
Abrazados por nubes blancas
de dioses alados.
Ensayo entonces
valiente
nuevos vuelos
invento rutas
en la aventura de la creación.
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