LUCES
Contemplo el don del agua iluminada
que bautiza con
sus dedos de luz a la tierra nacida
y la nombra madre
en la pila bautismal del cuenco lago.
Observo lento la luz que nada
se deja mover por
el espacio del oleaje
pequeñas
moléculas de universo
estrellas
flotantes en este lado humano
de la cara del
cielo, el redentor.
Miren niños estas
pequeñas gotas de luz que brillan
parecen
emanaciones del padre sol
flotan radiantes
en el agua santa
sin apagarse para
nosotros
siempre en el
movimiento curvo de las olas.
Mi muchedumbre de piedrecitas de colores
camina densa
sobre la tierra sumergida
sube por estas
aguas diáfanas y lentas
que me regalan su
luz de cielo y aire.
Es mi senda a la
tierra prometida
que sube por el
pulso de las ondas de agua
la inmersión en
la orilla de la tierra sagrada
peregrino desde
hoy hasta mi memoria.
Miro ese camino
conmovido
admiro y escucho
los latidos del agua
entro con mis
ojos en la corriente mansa
acaricio con mi
corazón la luz anclada en el fondo.
Mi quieta
multitud ora, espera y ayuna
religa con sus
cánticos el cielo y la tierra
murmura con
lengua dura sus gritos y plegarias
como sones
enteros o aves cálidas en mi alma alada.
Se las doy desde toda mi alma.
Aquí yo soy.
Hijos amados, esta es mi voz materna.
¿Oyen mis alas suaves: brisa liviana y
viento tibio?
¡Si me creen, escúchenme, se los
ruego!
¡Entiendan mi idioma, es lo que les
pido!
Soy el mundo que habitan, tierra es mi
cuerpo sagrado.
¡Soy su madre: háblenme antes de
entrar
o de salir de mis sendas!
Caminen cuidadosos, inclínense,
escuchen
atiendan mis signos, oren, esperen.
Respeten silencios, sonidos y ruidos
ciclos tejidos en la tela de mi piel
soleada.
Así entonces podrán respirar mi
aliento perfumado
bañarse en el agua de mis ríos
abiertos.
Se iluminarán henchidos en el hogar de
mi corazón
y caminarán seguros en mis surcos, lagos
y mares.
Hijos, para ustedes crezco mis árboles
frutos floridos para acariciarlos.
Soplo mi hálito sagrado en sus rostros
los beso cálida paz con ustedes.
Hijos, estoy aquí al comienzo y al
final de sus vidas pequeñas.
Los acompaño tierna y los llevo
tomados de mis manos.
Que no se suelten, que no se caigan, que vamos juntos.
Este es el camino correcto de la
verdad frente a la mentira.
Hijos, entonces, amen y pídanme: se
los daré generosa
así de ese modo amoroso, búsquenme y
me hallarán.
Olvídense de las máscaras del miedo,
llámenme y abriré
concederé lo que necesiten, a nada ni
a nadie teman.
OLEAJE
Oiga, peregrino, escuche, enfoque su mirada:
parece que el
agua de los lagos o del mar de Chile
quiere jugar con
usted, atento, es solo un instante
para decirle algo
de su misterio y traspasarle su secreto.
Observe bien,
solo con sus ojos, el agua de la orilla
porque muestra la
luz del sol en su espalda transparente
se tiende sin
pudor se ven sus gotas de universo sumergido
también se acerca
y se aleja de usted, como tentando su suerte.
Mire, se cambia
de lugar ondula de este a oeste
su musitado
idioma de oleaje solo a usted le habla
quiere tocar sus
pies y sus manos, entregarle sus curvas
viene y se va,
corre despacio, fluye rápido, evapora su contorno.
¿Tal vez usted no
alcanza a capturar su constancia?
Usted vea atento,
puede experimentarlo en un segundo.
¿Quizás el
sentido de su vida: eterno movimiento?
Solo si espera y
ofrece su mirada y sus oídos calmados.
AGUA
puedes encontrar
un lugar de pesca
pero prefieres
dejar en paz tus redes.
Optas por acariciar la curva piel del agua
o atender sus
movimientos ondulantes
sus colores
anunciando su alma hundida.
Te dices que te
gustan esas luces reflejadas
entonces adoras o
quizás reverencias su magia
humedeciendo tus
manos cálidas y abiertas.
Crees que hay un
rito sacramental
en su movimiento
sinuoso y dulce
que su misterio
transparente toca tu sino.
Tal vez decides
dejar peces para otros sedientos
prefieres meditar
el agua con tus ojos
quizás tender tus
redes y compartir tus palabras.
La bendices y la
unges y la riegas
en el adviento de
la tierra de tu mundo
sientes que allí
también esperamos.
Ves que el aire
ansía su evaporación
que el fuego
anhela su frío en la frente
y que tu alma
muestra apetencia de bautismo.
PALABRAS
Mis palabras compartidas son solo eso:
renglones que corren en hojas en
blanco.
Creo que ellas son agua clara entre
riberas irregulares
riachuelos sonoros
caudal a través de costados pedregosos
orillas sinuosas.
Mis sonidos fluyen en silencioso y
ruidoso
torrente lento de mi agua y de mi
sangre.
Podrían evaporarse o quizás hundirse
en el fondo fangoso de mi cuerpo
o de otros ojos o de otras manos
como las que en este papel son mi
ofrenda.
Escribo porque mis letras circulan en
mi alma
aunque las veo como pequeñas pisadas
en la arena
dejan tenues huellas de mis pies y de
mis dedos
de mis tintas o tonos de murmullo de teclas
se funden con el agua de mar o en el
aire
quizás se sumergen en otras arterias.
Como un mensaje en una botella
o un volantín en el viento
son mis letras, palabras y frases
suben y bajan, aletean o brincan
peregrinan y pueden caer junto al
camino
entre espinos o en buena tierra.
Parece que escribo
porque tengo un espacio encendido
en la superficie de este mundo
solo como una ínfima luz y su destello
en fin, escribo porque tengo reservado
un breve momento de universo.
Mis amigos, para recibirlos cariñoso
tengo palabras dispuestas sobre la
mesa
algunas como ofrendas de agua o vino o
pan
les sugiero sentarse a la mesa
si prefieren pueden mantener su
corazón levantado.
Todos pueden pasar y recibir mis
palabras
no hay mácula ni problema que los
excluya
quizás les guste la unidad de mi
ofrecimiento
apúrense que alguien podría avinagrar
mi verbo
ruego que se sientan libres si desean
degustar
estos pequeños cuerpos sagrados.
DESIERTO
Hubo otro mundo emergido y un universo hundido:
una visión fugaz a la luz de un relámpago
en la tormenta.
Huellas de otra tierra en sus ojos de
aire
aleteos de gaviota blanca y de paloma
obscura.
La espuma, el abismo, tu ave colgada
del cielo
el tiempo derretido en una estación de
pueblo.
Una guerra gritando a brazos y ramas quebradas
desde campanarios derribados y aguas
derramadas.
El territorio vaga en la bruma y en la
sombra expandida
por gritos esparcidos con bocas y ojos
espantados.
Se han ido todos: las calles han
quedado yermas
historias de escalas, bajadas, cruces
y pasajes ciegos.
Figuras vagan inermes despojadas de
establo y casa.
Gemido cósmico se eleva con el viento
desde la arena.
Piedras de Tarapacá o Atacama desde
las sombras largas
de Pisagua o Chacabuco o Ritoque o
Dawson.
Miren bien esas casas derruidas y esas
ruedas desvanecidas
en el largo y ancho desierto, en el
sur angosto y desarmado.
El caliche sometió las oficinas María
Elena y Santa Laura
le cubrió la tumba al amigo Miguel,
pobre y bueno
que ahora yace perdido golpeado bajo
la arena ploma.
Contexturas de pies, manos, risas y palabras
pequeñas gotas de gesto y de pan
bendito
quedaron encima de esa mesa muda.
Halos a la hora en que se pierden
los sentidos y dejan ver espinas en la
frente herida.
Más bien, queridos, en este relato
hemos andado
sobre sombras en la arena, nubes,
piedras y costras.
Parece que cercanías, distancias,
minutos
lamentos y abandonos han cincelado un
santo sepulcro
en las manos y en los pies del hombre.
VINO
La vida santo vino anda inclinada y lenta
aunque tu cuerpo cruento habla y grita
tu tiempo se bebe a esperas y
advientos.
Alas en la mesa, extiende sus brazos
une sus manos.
Aguas abiertas, se inclina besa el
mantel blanco.
Cara hecha otra, eleva el pan la copa sobre
su frente.
Así no más es pues esta libación del
vino
nada más como decimos embriagados
en estos espacios divinos de buena
salud.
Nos llamas amigos si hacemos lo que
nos mandas
aunque ya sabes que no sé lo que hago
solo divago entre la luz y la sombra
porque aún no te veo ni te toco ni te
siento en este mundo.
Amigo santo camina hacia nosotros
y trae tus canastas con panes y peces.
¿Ay qué haremos Pedro con esta barca
escorada de velamen roto?
Aunque nos digan borrachos
atestiguamos:
vemos su gloria en el rostro cóncavo
del cáliz.
Corazón que estás en el cielo y en la
tierra
no se ausente en su
silencio venga declare su presencia.
Amigo, invite a su padre el día y la
hora que esperamos
en que revestidos nos sentemos a su abundante
mesa.
EXILIO
Ficcionábamos niños el sentido de las cosas
ignorábamos la historia de tu y de mi
humano.
Mareábamos musicando: gritando gritos
grandes
sin oírnos sin hablamos silenciosos
cabeza abajo.
Nada en hombros ni en brazos ni en
manos
sin miramos sin vemos sin escuchamos.
¿Adónde va el hombre que era yo porque
cantaba
a la hora de empezar el camino?
¿Usted Señor debe saber adónde va mi
cordial
yo propio que se inocenciaba?
¿Acaso al principio no hubo verbo
ni risa ni pueblo ni éxodo ni
consigna?
Compartimientos secretos inundados y
forzosos
porque una manera se derrumbó el mundo
el gusto el pan su propia muerte aun
moribunda.
Le horadaron cuerpo cara manos pies
costado
testigos llorados ultimados besos
desconocidos calvarios caminaron al
desierto
despedidos y partidos.
PAN
Un algo invierno, rechinar de dientes.
Algo páramo,
residuo de hambre.
Crujidos de
sillas mecedoras
esperan precarios
detrás de las puertas
palabras que no alcanzan
a rozar las paredes.
Una medida de
gloria se permite
un largo moho
oculto en las palabras.
Se puede comprar
solo un poco de alimento
para el cuerpo y
para el alma.
Fragmentos
esparcidos y repartidos
canastos de panes
y de peces son la esperanza
ollas comunes,
valientes cucharas y ojos débiles.
Lentos espacios
entre las casas y las manos.
Huellas que se
deshabitan para siempre.
Árboles que
prefieren ser musgo o sombra.
Faroles olvidados
en las bibliotecas y en las bodegas.
Retazos de humano
semigrabados en la arena y en los gritos.
Dibujos hechos
por una raíz de mundo
fabricados por un
pequeño sol carente
en la tarde de la
inanición
de pueblos
blancos y negros, amarillos y pequeños.
También algo muy
horizonte tambalea en el tiempo
en los círculos
cae dando tumbos
se oculta se
levanta se vuelve hielo
agua del
santuario pan de vida fruta y luna en el mar
o reflejo de luz
en la cara oxidada de los tarros
en el rostro
divino de la comida desechada
azotada y
crucificada, aunque esperada por muchos
en esta hora y en
la hora de la vida
danos hoy nuestro
pan de cada día.
CONFESIÓN
Confieso que he estado de acuerdo
con los labios húmedos de las flores
que he propugnado el amor lento de las
aves
he impulsado los ojos hacia el cielo
prometiendo he querido beber de cada
nube.
Confieso que he intentado convencer a
nuestra especie
que he visto al viento entrelazado
desnudo con la arena
he mirado el preciso segundo de las
hojas maduras
me he solapado en una senda escondida
de árboles que son piernas abiertas de
la tierra.
Confieso que he querido hablar del río
y de la fruta
que he tenido pensamientos con el
reflejo sumergido
he imaginado la cara oculta de la luna
infantil he mirado al sol de frente.
Confieso que he mostrado arbustos y lluvia
que vivo excitado por el susurro de
las espigas
en otoño o en verano he querido morar
en los bosques.
Confieso que he preguntado por el arte
de hacer nidos
he jugado y sonreído frente a las
telas de arañas
me he escondido entre las verduras el
domingo
he pretendido saber con qué material
se construyó el cielo
he insistido en averiguar el principio
motriz de los insectos.
Confieso mi inquietud por saber qué
son las nubes
qué es el aire o esta piedra.
hablando de inviernos y de rocas
me he justificado entregándome vivo
en toda la piel del día y de la noche.
Confieso que también me he inclinado
como adormecido
he levantado mis brazos y abierto mis
manos al cielo
imaginando incierto que soy oído por
mis dioses.
Confieso que me he inquietado por
encontrar la primera palabra
que abrió las compuertas al hombre y
al relámpago.
He buscado impenitente si hubo un
gesto en el origen
que he vivido intrigado por las
ausencias
por las calles y huellas deshabitadas
ahora vivas en tu primer soplo.
Confieso que hay días en que no
soporto
lo cotidiano de las madrugadas
que existen largos minutos en que me
desintegro
vigilando la salida del sol o el
principio del viento
el vuelo de los pájaros comunes.
Confieso que la mayoría de las veces
no entiendo
he insistido que me abruman los
susurros
creo Señor que usted se habrá enterado
de mis dudas.
Sin embargo también me confieso
que he espiado el recorrido desgastado
de las hormigas
no he podido soñar si no he conversado
de palomas, abejas, ardillas y poemas.
Me confieso aquí Señor en esta senda
oculta
que yo humano he inaugurado ceremonias
en sueños he agitado mis brazos
volando
por las estepas y reflejos hacia las
galaxias
he inundado el tiempo con toda mi
vida.
cómo describir la embestida de las
olas
las montañas y la nieve y el hambre.
¡Ay el hambre!
Luego hablaré Señor de las imágenes
del hambre en mi mundo
antes debo atestiguar acerca de la
lenta muerte de los ancianos
semejante a la de los niños quebrados
sin trigo ni estambre.
Confieso que he sido testigo
del primitivo milagro del óvulo
fecundado.
Explico que lo rotundamente universo
está en los embarazos de mi amada
reflejos de maíz, explosión de luz en
los peciolos.
Confieso en fin que he comenzado a
amar
a una agraciada mujer encinta
se dice que ella ha sido bendita entre
todas las mujeres.
PREDICADOR
Alguien recorrió esa biblioteca antigua
buscando
en la cabeza de libros y pergaminos
moho,
polen o algo de tierra para el futuro.
Quiere
plantar verbos y sustantivos
árboles
nativos
hoy,
mañana o pasado mañana
o
en otra estación propicia.
Se
ha llevado todo el polvillo acumulado
para
abrir surcos y cosechar agua santa
gritos
y risas y cantos alegres
después
de haber sembrado
una
pequeña lágrima de hombre herido.
Es
un músico debajo de aquel árbol
ese
como inmensa araña de espalda
con
sus patas sumergidas
en
aquellas formas como gran humo
como
sorda cola de incendio
apagándose
a la cuatro con cincuenta
por
decir alguna hora.
Aquí
levanta uno tras uno tras dos tras tres
sus
altos y bajos echado del alto y del bajo mundo
a
litros y quilos de pájaros sin alas
y
de peces de acuario sin niños.
Aquel
mensajero bajo el sauce
quebrando
esta tarde y ese horizonte.
Su
voz proclama algo hacia el viento
que
suena y arranca llorando sordo
como
si esas palabras chocaran en los dioses.
Ese
sonido de álamo susurrador de eses agitadas
por
una opaca brizna de brisa entre esos edificios
manchados
como gran elefante muerto y sordomudo
en
las trompetas y en las declaraciones oficiales.
CONFINADOS
Fragua de amigotes ebrios y de juerga
diámetro de
mesas en el día del vino.
Estrépito
triste y más solos que nunca
llantos
para mi yo inorgánico en esta fiesta lesa.
Noche
social de todos nadie con nadie
yo con yo
nocturno o diurno no se sabe.
Mañana
temprano a la hora ritual del mercado
caldo de
cabeza o almejas niqueladas a humedad.
¿Qué celebramos entonces, queridos amigos?
¿Por qué esa lágrima que le nombro
qué le pasa
qué padece y susurra en su propio pecho
con ninguno
ni ninguna?
¡Ay, mis
queridos amigos!
Vamos
viendo que ahora usted está otro:
salud dice
inclinándose a puro hálito de moribundo caldo.
Grita
grande encrespado y encrestado
rompe
botellas y altos focos.
Vasos risas
ojos cuerpos latidos copas
manos caen
a lo abajo a manadas y oleadas.
Paran bocas
y temblores de grupos sordos
van a
anularse a su residencia suya.
Más bien ocultarse
de tanto mi amigo
que no era
nadie sino troncos truncos a la deriva.
Los cantos
tromba desaparecen confinados
extendidos,
derramados y sumergidos en el puro suelo.
Se hunden
voces hasta nuevos tiempos y otros avisos
esperados
prometidos anunciados desconfiados.
Muy libados
comidos tambaleados caídos
quedamos
páramo arena piedra cuerno ripio.
Todos
celebrando descreídos lo vital de esos sujetos
que es
mejor que ya no los beba ni recuerde.