viernes, 18 de diciembre de 2020

Palabras Compartidas (Libro Taller de Poesía)







Palabras Compartidas

(Poemas publicados en el libro "Palabras Compartidas" en conjunto con miembros del Taller de Poesía del Centro del Adulto Mayor CAM de la Municipalidad de Peñalolén, diciembre de 2020)


LUCES

Contemplo el don del agua iluminada

que bautiza con sus dedos de luz a la tierra nacida

y la nombra madre en la pila bautismal del cuenco lago.

 

Observo lento la luz que nada

se deja mover por el espacio del oleaje

pequeñas moléculas de universo

estrellas flotantes en este lado humano

de la cara del cielo, el redentor.

 

Miren niños estas pequeñas gotas de luz que brillan

parecen emanaciones del padre sol

flotan radiantes en el agua santa

sin apagarse para nosotros

siempre en el movimiento curvo de las olas.

 


PIEDRECITAS

Mi muchedumbre de piedrecitas de colores

camina densa sobre la tierra sumergida

sube por estas aguas diáfanas y lentas

que me regalan su luz de cielo y aire.

 

Es mi senda a la tierra prometida

que sube por el pulso de las ondas de agua

la inmersión en la orilla de la tierra sagrada

peregrino desde hoy hasta mi memoria.

 

Miro ese camino conmovido

admiro y escucho los latidos del agua

entro con mis ojos en la corriente mansa

acaricio con mi corazón la luz anclada en el fondo.

 

Mi quieta multitud ora, espera y ayuna

religa con sus cánticos el cielo y la tierra

murmura con lengua dura sus gritos y plegarias

como sones enteros o aves cálidas en mi alma alada.



TIERRA

 Amados hijos ¿quieren mi vida?

Se las doy desde toda mi alma.

 

Aquí yo soy.

Hijos amados, esta es mi voz materna.

 

¿Oyen mis alas suaves: brisa liviana y viento tibio?

¡Si me creen, escúchenme, se los ruego!

 

¡Entiendan mi idioma, es lo que les pido!

Soy el mundo que habitan, tierra es mi cuerpo sagrado.

 

¡Soy su madre: háblenme antes de entrar

o de salir de mis sendas!

 

Caminen cuidadosos, inclínense, escuchen

atiendan mis signos, oren, esperen.

 

Respeten silencios, sonidos y ruidos

ciclos tejidos en la tela de mi piel soleada.

 

Así entonces podrán respirar mi aliento perfumado

bañarse en el agua de mis ríos abiertos.

 

Se iluminarán henchidos en el hogar de mi corazón

y caminarán seguros en mis surcos, lagos y mares.

 

Hijos, para ustedes crezco mis árboles

frutos floridos para acariciarlos.

 

Soplo mi hálito sagrado en sus rostros

los beso cálida paz con ustedes.

 

Hijos, estoy aquí al comienzo y al final de sus vidas pequeñas.

Los acompaño tierna y los llevo tomados de mis manos.

 

Que no se suelten, que no se caigan, que vamos juntos.

Este es el camino correcto de la verdad frente a la mentira.

 

Hijos, entonces, amen y pídanme: se los daré generosa

así de ese modo amoroso, búsquenme y me hallarán.

 

Olvídense de las máscaras del miedo, llámenme y abriré

concederé lo que necesiten, a nada ni a nadie teman.

 




OLEAJE

Oiga, peregrino, escuche, enfoque su mirada:

parece que el agua de los lagos o del mar de Chile

quiere jugar con usted, atento, es solo un instante

para decirle algo de su misterio y traspasarle su secreto.

 

Observe bien, solo con sus ojos, el agua de la orilla

porque muestra la luz del sol en su espalda transparente

se tiende sin pudor se ven sus gotas de universo sumergido

también se acerca y se aleja de usted, como tentando su suerte.

 

Mire, se cambia de lugar ondula de este a oeste

su musitado idioma de oleaje solo a usted le habla

quiere tocar sus pies y sus manos, entregarle sus curvas

viene y se va, corre despacio, fluye rápido, evapora su contorno.

 

¿Tal vez usted no alcanza a capturar su constancia?

Usted vea atento, puede experimentarlo en un segundo.

¿Quizás el sentido de su vida: eterno movimiento?

Solo si espera y ofrece su mirada y sus oídos calmados.

 

 


AGUA

 A veces cuando caminas por la orilla

puedes encontrar un lugar de pesca

pero prefieres dejar en paz tus redes.


Optas por acariciar la curva piel del agua

o atender sus movimientos ondulantes

sus colores anunciando su alma hundida.

 

Te dices que te gustan esas luces reflejadas

entonces adoras o quizás reverencias su magia

humedeciendo tus manos cálidas y abiertas.

 

Crees que hay un rito sacramental

en su movimiento sinuoso y dulce

que su misterio transparente toca tu sino.

 

Tal vez decides dejar peces para otros sedientos

prefieres meditar el agua con tus ojos

quizás tender tus redes y compartir tus palabras.

 

La bendices y la unges y la riegas

en el adviento de la tierra de tu mundo

sientes que allí también esperamos.

 

Ves que el aire ansía su evaporación

que el fuego anhela su frío en la frente

y que tu alma muestra apetencia de bautismo.

 



PALABRAS

Mis palabras compartidas son solo eso: 

renglones que corren en hojas en blanco.

 

Creo que ellas son agua clara entre riberas irregulares

riachuelos sonoros

caudal a través de costados pedregosos

orillas sinuosas.

 

Mis sonidos fluyen en silencioso y ruidoso

torrente lento de mi agua y de mi sangre.

 

Podrían evaporarse o quizás hundirse

en el fondo fangoso de mi cuerpo

o de otros ojos o de otras manos

como las que en este papel son mi ofrenda.

 

Escribo porque mis letras circulan en mi alma

aunque las veo como pequeñas pisadas en la arena

dejan tenues huellas de mis pies y de mis dedos

de mis tintas o tonos de murmullo de teclas

se funden con el agua de mar o en el aire

quizás se sumergen en otras arterias.

 

Como un mensaje en una botella 

o un volantín en el viento

son mis letras, palabras y frases 

suben y bajan, aletean o brincan

peregrinan y pueden caer junto al camino

entre espinos o en buena tierra.

 

Parece que escribo

porque tengo un espacio encendido

en la superficie de este mundo

solo como una ínfima luz y su destello

en fin, escribo porque tengo reservado

un breve momento de universo.

 

Mis amigos, para recibirlos cariñoso

tengo palabras dispuestas sobre la mesa

algunas como ofrendas de agua o vino o pan

les sugiero sentarse a la mesa

si prefieren pueden mantener su corazón levantado.

 

Todos pueden pasar y recibir mis palabras

no hay mácula ni problema que los excluya

quizás les guste la unidad de mi ofrecimiento

apúrense que alguien podría avinagrar mi verbo

ruego que se sientan libres si desean degustar

estos pequeños cuerpos sagrados.

 




DESIERTO

Hubo otro mundo emergido y un universo hundido:

una visión fugaz a la luz de un relámpago en la tormenta.

 

Huellas de otra tierra en sus ojos de aire

aleteos de gaviota blanca y de paloma obscura.

 

La espuma, el abismo, tu ave colgada del cielo

el tiempo derretido en una estación de pueblo.

 

Una guerra gritando a brazos y ramas quebradas

desde campanarios derribados y aguas derramadas.

 

El territorio vaga en la bruma y en la sombra expandida

por gritos esparcidos con bocas y ojos espantados.

 

Se han ido todos: las calles han quedado yermas

historias de escalas, bajadas, cruces y pasajes ciegos.

 

Figuras vagan inermes despojadas de establo y casa.

 

Gemido cósmico se eleva con el viento desde la arena.

 

Piedras de Tarapacá o Atacama desde las sombras largas

de Pisagua o Chacabuco o Ritoque o Dawson.

 

Miren bien esas casas derruidas y esas ruedas desvanecidas

en el largo y ancho desierto, en el sur angosto y desarmado.

 

El caliche sometió las oficinas María Elena y Santa Laura

le cubrió la tumba al amigo Miguel, pobre y bueno

que ahora yace perdido golpeado bajo la arena ploma.

 

Contexturas de pies, manos, risas y palabras

pequeñas gotas de gesto y de pan bendito

quedaron encima de esa mesa muda.

 

Halos a la hora en que se pierden

los sentidos y dejan ver espinas en la frente herida.

 

Más bien, queridos, en este relato hemos andado

sobre sombras en la arena, nubes, piedras y costras.

 

Parece que cercanías, distancias, minutos

lamentos y abandonos han cincelado un santo sepulcro

en las manos y en los pies del hombre.

 


VINO

La vida santo vino anda inclinada y lenta

aunque tu cuerpo cruento habla y grita

tu tiempo se bebe a esperas y advientos.

 

Alas en la mesa, extiende sus brazos une sus manos.

 

Aguas abiertas, se inclina besa el mantel blanco.

 

Cara hecha otra, eleva el pan la copa sobre su frente.

 

Así no más es pues esta libación del vino

nada más como decimos embriagados

en estos espacios divinos de buena salud.

 

Nos llamas amigos si hacemos lo que nos mandas

aunque ya sabes que no sé lo que hago

solo divago entre la luz y la sombra

porque aún no te veo ni te toco ni te siento en este mundo.

 

Amigo santo camina hacia nosotros

y trae tus canastas con panes y peces.

 

¿Ay qué haremos Pedro con esta barca

escorada de velamen roto?

 

Aunque nos digan borrachos atestiguamos:

vemos su gloria en el rostro cóncavo del cáliz.

 

Corazón que estás en el cielo y en la tierra

no se ausente en su silencio venga declare su presencia.

 

Amigo, invite a su padre el día y la hora que esperamos

en que revestidos nos sentemos a su abundante mesa.

 

 



EXILIO

Ficcionábamos niños el sentido de las cosas

ignorábamos la historia de tu y de mi humano.

 

Mareábamos musicando: gritando gritos grandes

sin oírnos sin hablamos silenciosos cabeza abajo.

 

Nada en hombros ni en brazos ni en manos

sin miramos sin vemos sin escuchamos.

 

¿Adónde va el hombre que era yo porque cantaba

a la hora de empezar el camino?

 

¿Usted Señor debe saber adónde va mi cordial

yo propio que se inocenciaba?

 

¿Acaso al principio no hubo verbo

ni risa ni pueblo ni éxodo ni consigna?

 

Compartimientos secretos inundados y forzosos

porque una manera se derrumbó el mundo

el gusto el pan su propia muerte aun moribunda.

 

Le horadaron cuerpo cara manos pies costado

testigos llorados ultimados besos

desconocidos calvarios caminaron al desierto

despedidos y partidos.

 



PAN

Un algo invierno, rechinar de dientes.

Algo páramo, residuo de hambre.

 

Crujidos de sillas mecedoras

esperan precarios detrás de las puertas

palabras que no alcanzan a rozar las paredes.

 

Una medida de gloria se permite

un largo moho oculto en las palabras.

 

Se puede comprar solo un poco de alimento

para el cuerpo y para el alma.

 

Fragmentos esparcidos y repartidos

canastos de panes y de peces son la esperanza

ollas comunes, valientes cucharas y ojos débiles.

 

Lentos espacios entre las casas y las manos.

 

Huellas que se deshabitan para siempre.

 

Árboles que prefieren ser musgo o sombra.

 

Faroles olvidados en las bibliotecas y en las bodegas.

 

Retazos de humano semigrabados en la arena y en los gritos.

 

Dibujos hechos por una raíz de mundo

fabricados por un pequeño sol carente

en la tarde de la inanición

de pueblos blancos y negros, amarillos y pequeños.

 

También algo muy horizonte tambalea en el tiempo

en los círculos cae dando tumbos

se oculta se levanta se vuelve hielo

agua del santuario pan de vida fruta y luna en el mar

o reflejo de luz en la cara oxidada de los tarros

en el rostro divino de la comida desechada

azotada y crucificada, aunque esperada por muchos

en esta hora y en la hora de la vida

danos hoy nuestro pan de cada día.

 



CONFESIÓN

Confieso que he estado de acuerdo

con los labios húmedos de las flores

que he propugnado el amor lento de las aves

he impulsado los ojos hacia el cielo

prometiendo he querido beber de cada nube.

 

Confieso que he intentado convencer a nuestra especie

que he visto al viento entrelazado desnudo con la arena

he mirado el preciso segundo de las hojas maduras

me he solapado en una senda escondida

de árboles que son piernas abiertas de la tierra.

 

Confieso que he querido hablar del río y de la fruta

que he tenido pensamientos con el reflejo sumergido

he imaginado la cara oculta de la luna

infantil he mirado al sol de frente.

 

Confieso que he mostrado arbustos y lluvia

que vivo excitado por el susurro de las espigas

en otoño o en verano he querido morar en los bosques.

 

Confieso que he preguntado por el arte de hacer nidos

he jugado y sonreído frente a las telas de arañas

me he escondido entre las verduras el domingo

he pretendido saber con qué material se construyó el cielo

he insistido en averiguar el principio motriz de los insectos.

 

Confieso mi inquietud por saber qué son las nubes

qué es el aire o esta piedra.

 

 A veces he ensayado nuevos sonidos

hablando de inviernos y de rocas

me he justificado entregándome vivo

en toda la piel del día y de la noche.

 

Confieso que también me he inclinado como adormecido

he levantado mis brazos y abierto mis manos al cielo

imaginando incierto que soy oído por mis dioses.

 

Confieso que me he inquietado por encontrar la primera palabra

que abrió las compuertas al hombre y al relámpago.

 

He buscado impenitente si hubo un gesto en el origen

que he vivido intrigado por las ausencias

por las calles y huellas deshabitadas

ahora vivas en tu primer soplo.

 

Confieso que hay días en que no soporto

lo cotidiano de las madrugadas

que existen largos minutos en que me desintegro

vigilando la salida del sol o el principio del viento

el vuelo de los pájaros comunes.

 

Confieso que la mayoría de las veces no entiendo

he insistido que me abruman los susurros

creo Señor que usted se habrá enterado de mis dudas.

 

Sin embargo también me confieso

que he espiado el recorrido desgastado de las hormigas

no he podido soñar si no he conversado

de palomas, abejas, ardillas y poemas.

 

Me confieso aquí Señor en esta senda oculta

que yo humano he inaugurado ceremonias

en sueños he agitado mis brazos volando

por las estepas y reflejos hacia las galaxias

he inundado el tiempo con toda mi vida.

 

 Y el mar miren el mar

cómo describir la embestida de las olas

las montañas y la nieve y el hambre.

 

¡Ay el hambre!

Luego hablaré Señor de las imágenes del hambre en mi mundo

antes debo atestiguar acerca de la lenta muerte de los ancianos

semejante a la de los niños quebrados sin trigo ni estambre.

 

Confieso que he sido testigo

del primitivo milagro del óvulo fecundado.

 

Explico que lo rotundamente universo

está en los embarazos de mi amada

reflejos de maíz, explosión de luz en los peciolos.

 

Confieso en fin que he comenzado a amar

a una agraciada mujer encinta

se dice que ella ha sido bendita entre todas las mujeres.

 





PREDICADOR

Alguien recorrió esa biblioteca antigua

buscando en la cabeza de libros y pergaminos

moho, polen o algo de tierra para el futuro.

 

Quiere plantar verbos y sustantivos

árboles nativos

hoy, mañana o pasado mañana

o en otra estación propicia.

 

Se ha llevado todo el polvillo acumulado

para abrir surcos y cosechar agua santa

gritos y risas y cantos alegres

después de haber sembrado

una pequeña lágrima de hombre herido.

 

Es un músico debajo de aquel árbol

ese como inmensa araña de espalda

con sus patas sumergidas

en aquellas formas como gran humo

como sorda cola de incendio

apagándose a la cuatro con cincuenta

por decir alguna hora.

 

Aquí levanta uno tras uno tras dos tras tres

sus altos y bajos echado del alto y del bajo mundo

a litros y quilos de pájaros sin alas

y de peces de acuario sin niños.

 

Aquel mensajero bajo el sauce

quebrando esta tarde y ese horizonte.

 

Su voz proclama algo hacia el viento

que suena y arranca llorando sordo

como si esas palabras chocaran en los dioses.

 

Ese sonido de álamo susurrador de eses agitadas

por una opaca brizna de brisa entre esos edificios

manchados como gran elefante muerto y sordomudo

en las trompetas y en las declaraciones oficiales.

 

 


CONFINADOS

Fragua de amigotes ebrios y de juerga

diámetro de mesas en el día del vino.

 

Estrépito triste y más solos que nunca

llantos para mi yo inorgánico en esta fiesta lesa.

 

Noche social de todos nadie con nadie

yo con yo nocturno o diurno no se sabe.

 

Mañana temprano a la hora ritual del mercado

caldo de cabeza o almejas niqueladas a humedad.

 

¿Qué celebramos entonces, queridos amigos?

¿Por qué esa lágrima que le nombro

qué le pasa qué padece y susurra en su propio pecho

con ninguno ni ninguna?

 

¡Ay, mis queridos amigos!

Vamos viendo que ahora usted está otro:

salud dice inclinándose a puro hálito de moribundo caldo.

 

Grita grande encrespado y encrestado

rompe botellas y altos focos.

 

Vasos risas ojos cuerpos latidos copas

manos caen a lo abajo a manadas y oleadas.

 

Paran bocas y temblores de grupos sordos

van a anularse a su residencia suya.

 

Más bien ocultarse de tanto mi amigo

que no era nadie sino troncos truncos a la deriva.

 

Los cantos tromba desaparecen confinados

extendidos, derramados y sumergidos en el puro suelo.

 

Se hunden voces hasta nuevos tiempos y otros avisos

esperados prometidos anunciados desconfiados.

 

Muy libados comidos tambaleados caídos

quedamos páramo arena piedra cuerno ripio.

 

Todos celebrando descreídos lo vital de esos sujetos

que es mejor que ya no los beba ni recuerde.

 


Notas provocativas: anversos, reversos, metaversos y multiversos.

MOVIMIENTOS, VARIACIONES Y DERIVADAS Algunos son hitos en la historia personal de mis lecturas o conversaciones, otras son hallazgos casuale...