¿Será posible la escuela sin contacto estrecho?
Ensayo
RAK
mayo, 2020Incitación a repensar el presente y el futuro escolar.
Después de un periodo de somnolencia, o quizás de hibernación, se despertó nuevamente mi curiosidad pedagógica en marzo de 2020 cuando en Chile se transitó abruptamente desde la educación presencial en aula hacia la educación a distancia por medios tecnológicos, la denominada telemática.
¿Ha sido una suerte de salto cuántico, salto cualitativo o quizás salto al vacío?
Obligados por la pandemia, a mediados de marzo se reprobó lo que hasta el día anterior era el ideal pedagógico: el encuentro cercano personal profesor-alumno a través de clases presenciales.
En cambio, hubo que aprobar y promover que profesores y alumnos se alejaran, volviendo a sus casas, mantuvieran distancia más larga que en la fila y se continuara la enseñanza mediante teleclases.
Apareció un ente microscópico echando abajo la institución educativa concebida como comunidad de cuerpo presente, y junto con las mascarillas y escudos faciales se empezó a difundir la idea de distanciamiento social. Hay que protegerse unos de otros porque el prójimo se ha convertido en amenaza. Es peligroso hablar, amigo, cerca de otro. La orden del día es que hay que obedecer con disciplina responsable a las medidas sanitarias drásticas.
En pocos días desde hace tres meses, una parte de los chilenos se ha transformado en sospechosa, con o sin contacto estrecho o distancia social, con o sin mascarillas o escudos faciales; la otra, en caso probable o sin síntomas, caso activo, asintomático, algunos en pacientes ventilados o críticos, y otros cuarentenados. Todo un código de términos sanitarios que repletó la gradería social. Los apoderados, que antes dejaban a sus hijos en la puerta de la escuela, y confiados se iban a sus trabajos, hoy deben transformar sus casas en escuela.
El modelo jerárquico hoy como ayer, desde los fenicios, continúa dividiendo a las sociedades en ricos y pobres, amos y sirvientes, sabios e ignorantes, explotadores y explotados, pero actualmente se resume en categorías virales transversales, según el mentado "modo-covid", desde Arica a la Antártica: contagiosos y contagiados.
Pero no solo he sido auditor de buenas y malas noticias en este tiempo de encierro. La exposición a diversas fuentes de información en medios canónicos y en redes sociales me ha permitido sostener la curiosidad inicial por saber qué estarán viviendo profesores y alumnos. He escarbado en informativos ministeriales, web de colegios y conversación con profesores que están viviendo este estilo acicateado por la pandemia.
La vieja cuarentena reaparece después de 100 años. Vivíamos en un modelo financiero ilusionado, quizás enceguecido por el vértigo de la velocidad en la montaña rusa del presunto crecimiento, pero la naturaleza soltó otro virus y nos hizo retroceder miles de años a los refugios de siempre, que si bien hoy se denominan casas, departamentos, mediaguas, cités, en el pasado fueron cavernas, madrigueras y escondrijos para protegerse de la intemperie y de los depredadores. Aunque recientemente hubo que salir a capturar pumas en la zona urbana de Santiago, actualmente ya no merodean bestias salvajes como los tigres dientes de sable, pero sí vuelan invisibles entes virales, como los peores espectros dementores.
Mediante un virus parece que tenemos a la vista el seudotriunfo, por lo menos en el lenguaje, de aquellos que paladean y degustan sistemas autocrático-autoritarios y repudian o le temen a regímenes democráticos y al pueblo, por sentir que este es intrínsecamente misérrimo, perverso y sospechoso. Pareciera que se están viviendo los prolegómenos de las sociedades de la era del control mental y social que imaginaron Bradbury, Orwell o Huxley. Estado autoritario, medidas de excepción que pronto son a permanencia, decisiones jerárquicas, fuerzas armadas en la calle o en videocámaras, regulación de movimientos e indumentaria en la vida cotidiana, toques de queda, cordones sanitarios; en suma, vigilancia y ordenamiento coercitivo policial.
El virus mandó a la papelera de reciclaje una variedad de noticias en desarrollo, categorías y clasificaciones. Están en latencia los antiguos conceptos de clases o estratos sociales y los conflictos sociales entre ricos y pobres, fieles e infieles, reyes, cortesanos y plebe, empresarios y trabajadores. La abrumadora e incierta batalla es contra un enemigo omnipresente, invisible y omnipotente que actúa como enemigo al asecho, francotirador que apunta a transeúntes y no discrimina ni por edad ni por género ni a amarillos ni a negros ni a blancos.
De repente solo podemos observar por la televisión que una especie de mago o prestidigitador verbal saca de su sombrero una rica variedad de humanos candidatos al sacrificio del contagio o a la intubación. Aparecen recuentos de sanos, enfermos, probables, asintomáticos, activos, pacientes críticos, confinados, irresponsables, delincuentes, anarquistas, viroterroristas. Mediante las artes de birlibirloque de las palabras se reporta una mezcla de informaciones, reflexiones, prescripciones médicas, recomendaciones, advertencias, exhortaciones, amenazas evidentes o veladas, sarcasmos, promesas, recriminaciones, propaganda política, halagos y críticas.
Lenguajes y personajes en estos tiempos confusos e inciertos como torre de Babel, en que se asocian como esquirlas o radiación de mixtura explosiva como molotov, tanto el estallido social de octubre de 2019 junto con la emergencia sanitaria, el lenguaje bélico, y llamados a ganar la batalla. Han sido convocados los ancestrales miedos chilenos a las catástrofes naturales, mejunje indigesto en la memoria chilena, mezclado con invocaciones al honor y a la valentía de los héroes de la Patria.
En resumen, desbrozando el campo y sacudiendo las ramas en este otoño, el virus ha reducido al mínimo las complejas categorías y subcategorías de la historia humana en esta geografía chilena, simplificando la ecuación mediante las cuatro operaciones de la aritmética básica, ahora somos datos epidemiológicos: contagiados, recuperados y fallecidos.
Muchas inquietudes y muchas preguntas; algunas válidas, otras suspicaces, quizás pocas con intención retórica. Este año se han potenciado y popularizado vocablos tecnológicos: webinar, telemática, zoom, virtual, digital, online, e-learning, entre otros, para referirse a conferencias, seminarios, talleres, clases escolares o universitarias, capacitaciones, mediante conexión a una plataforma en que el profesor se conecta con sus alumnos, les traspasa contenidos, comenta, responde, corrige, asigna actividades y evalúa.
¿Me pregunto si la instrucción escolar vía internet no solo es y será un sucedáneo de la educación presencial en tiempos de pandemia, sino que en definitiva la historia la resignificará como el inicio promisorio de la buena educación del futuro?
¿El demonio del virus le dio el tiro de gracia al sistema escolar tradicional con contacto estrecho, o solo será un coma inducido, una intubación momentánea esperando que el paciente crítico se recupere y todo retorne a la normalidad?
¿Los colegios online, cuyo pionero registra comienzo el 2007 en Chile, y que aún no son reconocidos por el MINEDUC, serán la primera línea de una educación que se percibirá desde el futuro como progresiva e innovadora?
Hoy en esta Babel de confusiones, incertidumbres y malos entendidos gatillados por el virus, se observan muchas irónicas paradojas, que parecen mofas a las instituciones, declaraciones arrogantes y a las prédicas sacrosantas.
Vemos torres abolidas, instituciones en demolición. Mucho de lo que sucede y se dice parece diagnóstico de una falla sistémica multiorgánica. Estado cuestionado, gobiernos erráticos e inestables, sistemas de salud enfermos, educación que no educa, economía e industria que producen pobreza, autoridades desautorizadas, pueblo expropiado y confundido.
El sistema escolar online, que irónicamente aún no es reconocido por el Estado en su función cooperadora, hoy se masifica y es un remedial para mantener funcionando el traspaso de contenidos curriculares, según criterios de priorización obligados por las circunstancias. Lo que antes era sospechoso y solo una actividad subalterna, insignificante en el paradigma de la educación como encuentro personal, hoy casi burlescamente se legitima y se institucionaliza.
Es la brusca caída y envío a la guillotina de las ideas y costumbres que se habían constituido en dogmas, en monarquías y noblezas cortesanas irrefutables y casi sagradas por los rituales sociales prepandémicos. Incluso mueren y resucitan todos los días las hipótesis y tesis científicas, ayer epítome de la seguridad de las élites intelectuales.
Las mascarillas y protectores faciales, las antiparras, hoy en boga cubriendo el rostro debido a ley sanitaria, fueron sospechosos y prohibidos durante las manifestaciones masivas desde octubre de 2019, es decir, signos de subversión, guerrilla callejera de encapuchados, asimiladas al concepto de delincuencia terrorista.
Las salas de clases y los edificios escolares y universitarios que como tales solo sirven y se justifican si en su interior hay personas que se interrelacionan en contacto estrecho, hoy son espacios vacíos adonde circulan fantasmas y recuerdos, ecos del pasado reciente, tal vez algún personal encargado de la administración o de la mantención, espectros solitarios como en las antiguas oficinas salitreras Humberstone o Santa Laura?
¿Esos recintos escolares y universitarios están en vías de obsolescencia y ya no serán más el escenario en que un profesor, como hasta inicios de marzo de 2020, solía exhibir contenidos y un grupo de alumnos presuntamente los escuchaba y tomaba apuntes?
¿Esta pandemia y otras que auguran los epidemiólogos obligarán a transformar edificios escolares y universitarios en hospitales, residencias sanitarias, hogares de ancianos y de niños, cárceles o comisarías?
¿La sala de clases, debido al necesario y obligatorio "contacto estrecho" en la tradicional sociabilidad del mundo educativo, ya no existirá como espacio social cooperativo o interactivo, lugar de aprendizaje-enseñanza, o bien como ámbito de juego, gritos, amenazas, indisciplina y bullyng?
¿Cómo serán los nuevos escenarios y actores educativos si este paciente de la institucionalidad escolar se recupera en poco tiempo, aunque afirmado en ventilación mecánica, cañerías, mangueras, inyecciones y bolsas con vías venosas, y se cumple la vuelta a la normalidad del retorno a las aulas?
¿Todos los miembros de las comunidades escolares tendrán que resguardarse con mascarillas y protectores faciales, encerrados en cubículos transparentes en cada recinto, como si fueran prolongaciones de las vitrinas y estadías UCI?
Provocaciones para repensar usos y costumbres
Una segunda cuestión de este escrito provisorio y en construcción se refiere a la observable perspicacia y sorna docente capaz de ver debajo del agua y descubrir las contradicciones de la realidad, quizás porque el profesorado por un lado trabaja con conceptos, procedimientos y valoraciones curriculares, en los cuales a menudo se observan las sinuosas subidas y bajadas de la historia, decisiones ministeriales, adecuaciones y priorizaciones, selección política de contenidos; por otro lado, se relaciona con personas -niños y adultos- que también evidencian luces y sombras, claridades y vericuetos laberínticos en sus conductas, pensamientos, valores y opiniones.
Hasta marzo de 2020, posibilitado por el trabajo pedagógico en contacto estrecho, aún campeaba el estilo idiosincrásico del comentario de pasillo, hoy eventualmente trasladado al chat y al "webinar" , curiosa palabra que parece chiste de doble sentido.
Es decir, se podía observar que las emociones u opiniones que el docente no se atrevía a "sincerar" con franqueza profesional en reuniones o entrevistas oficiales, iba a parar a los medios clandestinos del comentario en voz baja, el famoso rumor. El pelambre forma parte de la idiosincrasia nacional, y de eso no se escapa el mundo escolar en el "pueblo chico" de un establecimiento educacional. Jorge Alís hace chistes con esa conducta nacional de "lo pensé, pero no lo dije".
Parece que la pandemia, además de atemorizar, dispersar y confinar al pueblo, impacta en esa riquísima cultura pedagógica en voz baja, el rumor, los cuentos en "sotovoce", en pasillos, baños y casinos de las instituciones educativas.
¿Por culpa del virus pandémico, adónde se expresan las bromas, el sarcasmo contra directivos o alumnos díscolos o apoderados conflictivos, el pelambre infinito, los cuentos de héroes y antihéroes escolares?
¿Cómo se canaliza o desahoga el agobio o el resentimiento docente?
¿El estilo oblicuo o indirecto en los usos y costumbres escolares en el mundo adulto, y los chistes irónicos o francamente mordaces de sanitario, "ubi sunt"?
¿A dónde están aquellos pocos atrevidos que arriesgaban su "estabilidad laboral" y planteaban asertivamente sus opiniones a menudo críticas en reuniones oficiales delante del Director y de los demás colegas, denunciando diversidad de contradicciones solapadas o evidentes, entre otras prácticas administrativas, instruccionales y educativas de aula o fuera de aula que paradójicamente no se correlacionaban, en parte o en todo, con el discurso presentado en proyectos educativos institucionales.?
Es decir, entonces podía observarse una suerte de mala conciencia de que el hecho pedagógico en la sala de clases o en otros recintos escolares, tanto en metodología como en usos y costumbres, por diversos motivos dignos o indignos, no era congruente con los discursos institucionales y en la sala de clases se aplicaban métodos o se desarrollaban contenidos, aunque oficializados en programas estatales, que iban en sentido contrario o lateral a las intenciones educativas de los centros educativos presentados en idearios pedagógicos, promesas, prédicas directivas o proyectos educativos. "Se acata, pero no se cumple", decían los criollos enfrentados a las irrealistas pragmáticas de la monarquía española en la era colonial.
En concreto, por ejemplo, podía escucharse en la retórica directiva basada en PEI, o en los cursos de perfeccionamiento pedagógico que había que poner énfasis en una enseñanza activa, siendo el alumno el sujeto o protagonista del aprendizaje. Pero este ideario PEI, Visión y Misión, que se escuchaba en charlas directivas interminables y soporíferas, se acataba "para no tener problemas" con la autoridad o con la supervisión, pero poco a poco a paso pedagógico, comenzaba a decaer en la realidad de la sala de clases, o del patio, hoy sobre todo con la educación telemática, y el alumno ideal era definido como en el juego infantil "un dos tres momia es".
Por lo tanto, para acelerar el traspaso de materia los profesores apremiados por el calendario y el exceso de contenidos programáticos, aplicar la respectiva prueba e inscribir calificaciones contra el tiempo, o además silenciar a los alumnos y controlar la disciplina de aula, se veían obligados a la clase frontal, a escribir extensos textos en el pizarrón, o a dictar información, los alumnos impelidos a copiarlos en sus cuadernos y, finalmente, como guinda de la torta, el docente administraba la solución final mediante una prueba sumativa para medir la retención y calificar.
Hoy el pizarrón ha sido reemplazado por videos, power point, esquemas, tareas mediante guías, y solo ha cambiado el escenario. Estamos en educación telemática, pero eso no implica que esta experiencia educativa a distancia sea peor comparada con la educación presencial, la que había tocado fondo en muchas realidades educativas, especialmente aquellas que estaban sufriendo endémica segregación y pobreza de recursos humanos y materiales.
En otros términos, si esa incongruencia entre el decir y el hacer puede suceder en una situación concreta que suele ser observada en vivo por la comunidad escolar y además, disponiendo el equipo directivo de altas cotas de evaluación de desempeño, qué podría estar ocurriendo con el traspaso de contenidos a distancia, cómo se están recibiendo o percibiendo, qué se está trasmitiendo y qué se está aprendiendo, y cuál será el impacto social en el corto o mediano plazo?
¿Qué nuevos proyectos educativos y curriculares se requerirán para enfrentar este desafío de la educación escolar a distancia?
¿En el mundo escolar, es posible entender que en que la instrucción a través de la web se logran objetivos equivalentes o por lo menos semejantes a la educación presencial?
¿Si la respuesta fuere afirmativa y en consecuencia si el medio diera lo mismo, entonces podríamos esperar los mismos resultados formativos, como si se tratara de ámbitos educativos similares?
En el mundo adulto, por ejemplo en la formación y capacitación universitaria, profesional, desde hace mucho tiempo se ha validado y masificado el traspaso de contenidos e-learning, en términos absolutos o combinado con algunas clases o prácticas presenciales distribuidas en el tiempo. Los resultados han sido los esperados por la sociedad, a lo menos en términos de certificación, y así de ese modo se ha contribuido a profesionalizar, capacitar y perfeccionar permanentemente a los técnicos y profesionales.
En cambio, acerca de dichas experiencias que han sido necesarias y funcionales en el contexto adulto, hoy reaparece la pregunta: ¿En niños y adolescentes podría considerarse similar y con efectos semejantes, la instrucción a distancia y la educación presencial?
Resurgen hoy en tiempos de instrucción virtual escolar y universitaria, las consabidas problemáticas disciplinarias de aula. Más adelante me referiré a experiencias relativas al tiempo delimitado en este escrito.
En este espacio, puedo acotar como ejemplos actuales la burla de unos estudiantes universitarios colombianos en contra de su profesor, a quien desconectan de la clase que él estaba sirviendo vía internet; en España, unos niños de 9 años se suben a cortarle los cables de internet a su profesora para evitar que esta siguiera enviándoles tareas por esa vía. Finalmente, en el grupo de FB denominado "Apoderados Organizados", puede constatarse el malestar por el tipo de instrucción que se recibe por la web, y la impertinencia de la prueba SIMCE en este contexto, mientras tanto el profesorado está dando su mejor esfuerzo por reconvertirse a las actuales exigencias y situar su vida personal y familiar y sus estilos pedagógicos en un medio tecnológico que por sí mismo no solo es una herramienta de traspaso de información, sino que el "medio es el masaje", como decía M. Mc Luhan.
Estimulación para reflexiones éticas.
Por otro lado, hace ya tres meses que el gobierno llama a la gente a la responsabilidad en sus conductas de autocuidado y de cuidado de los demás, en especial frente al aumento de contagios covid, que en este mes de mayo suben en forma exponencial.
En relación con esas demandas de responsabilidad, podemos preguntarnos: ¿La familia y la escuela han formado en la responsabilidad a niños y jóvenes, para poder exigirles esa actitud?
¿El Estado chileno ha formado en el valor de la responsabilidad social a los futuros ciudadanos mediante la educación pública y privada, esta última como cooperadora de la función del Estado?
¿O más bien hemos vivido en una sociedad calificada como individualista y competitiva, agresiva y desconfiada, segregada en estratos sociales distantes en ingresos y en barrios, en que se salva el más fuerte y en la que no se cumple ni la ley de la selva, como decía Nicanor Parra, y que hoy sobre todo precisa coerción y disciplina externa, control policial y militar, para paliar la irresponsabilidad de algunos, o compensar la necesidad de otros, responder como se requiere para controlar los contagios?
Es decir, volviendo al asunto, por un lado existe un discurso idealizado o imaginado que se presenta a la comunidad educativa, partiendo por las familias, y por otro se constatan prácticas que niegan en la acción lo que se declara mediante palabras o ceremonias.
El mundo escolar, las comunidades educativas más atentas perciben esos despropósitos o escamoteos u olvidos, y muchas veces sin deseos de reclamar, o a regañadientes, acrecientan su descreimiento y alejamiento de la participación ciudadana en diversas instituciones u organizaciones políticas o sociales, lo cual ahora con mayor razón se ha hecho impracticable.
Ayer el discurso se refería a las prácticas de aula supuestamente congruentes con las declaraciones de principios del proyecto educativo; hoy se promete educación vía web, pero alumnos y apoderados se quejan y observan en sus casas que algo no cuadra entre las promesas y los efectos concretos.
En esta reflexión, se observa el mundo de la escuela, aunque dicha contradicción no es exclusiva de esta institución. También puede decirse algo semejante de otras instituciones, partiendo por las mismas instituciones del Estado, las que son percibidas con desconfianza y suspicacia. Usualmente las encuestas registran el descrédito del gobierno o del congreso, referente a la distancia entre la retórica política y lo que sucede en la calle y que es vivenciado por el pueblo.