jueves, 13 de diciembre de 2012

Liderazgo o Sometimiento: Dilema femenino y cultura de la diversidad.




Quizás es evidente para muchos que aún hoy el ejercicio del poder social está controlado por el género masculino. Sobran argumentos y demostraciones para esa afirmación.

Ese aserto asimismo tal vez se demuestra no solo por cifras que refieren la cantidad de hombres y mujeres que ejercen cargos de relevancia profesional, sino también por una paradoja de la relación amo/sirviente, como se diría en el mundo del escritor chileno José Donoso.

Vale decir precisamente porque suele observarse que los que están en posiciones sociales subordinadas, desde las jefaturas de aldeas de tribus animistas, las monarquías ancestrales hasta las presidencias republicanas, junto con dar muestras de adoración o reverencia al poder, en ciertos momentos privilegiados pueden presentar quejas o peticiones a quien los domina o subyuga. 

En efecto, según la comparación anterior, el género femenino se queja y reclama por sus reivindicaciones ante quien ejerce la autoridad: el género masculino. 

Es decir, nadie se queja o presenta peticiones a alguien subordinado, inferior en la escala social o de mando. En otros términos, a un subordinado se le dan instrucciones, órdenes, indicaciones, y cuando se le pide algo con buenos modales, es solo para apaciguar la eventual incomodidad del empleado, o neutralizar malas conductas posteriores o rebeldías solapadas. 

En suma, solo se elevan solicitudes o se protesta con reclamos ante quien se considera superior, al que tiene algún cetro: rey, patrón, capataz, jefe, etc. En síntesis, es obvio que el poder masculino por un lado se muestra en gestos y  voces de mando, y por otro,  porque paradójicamente  el rol supeditado, en este caso género femenino, al presentarle peticiones o quejas, solicitudes,  no hace más que validarlo y confirmarlo en el mando, perpetuando una relación asimétrica. 

En cambio, con un igual se conversa o discute, se habla en el mismo plano, se procuran acuerdos equitativos, contratos de mutua conveniencia, sin embargo, aún actualmente en el caso de la relación masculino/femenino y a pesar de los discursos o retórica matrimonial del contrato vigente, estamos en tiempos amenazantes y regresivos en que predomina la desigualdad y en consecuencia, la relación de poder.  

En la actual coyuntura, se ha hecho aun más obvio que el conflicto político de géneros masculino y femenino, refleja en este asunto los conflictos entre los que tienen el poder y los que son subordinados, entre ricos y pobres,  entre los que dominan y los dominados. No es solamente un conflicto específico y acotado entre géneros, sino que estos enfrentamientos conocidos e innegables en Chile de 2019,  reflejan la crisis general de los estilos de poder actuales y la necesidad de pasar a una etapa superior de la historia en que deberá surgir otro paradigma, que aún no sabemos cuál a pesar de las variadas reflexiones, diagnósticos y pronósticos, particularmente en tiempos de pandemia en que la "ley de la incertidumbre" antes como tal solo  referida al mundo cuántico, hoy es explícita en la vida social. 

Aún no llega el momento en que se vive y procura en cada acción humana la  complementariedad de géneros, simetría, cooperación, diálogo respetuoso entre iguales, como debería ser la vinculación personal entre seres humanos, y no solo en temas de género, sino también en lo étnico, social, religioso y económico. 

Si bien quizás en vías de obsolescencia, todavía estamos en el paradigma de sociedades de cazadores y recolectores, o en sociedades agrícolas, en que se lucha por espacios de poder, y por la acumulación,  dominio del territorio, comprendido en estos tanto la posesión y resguardo armado de lo que se caza, recolecta, la cosecha y el ganado, siendo la familia y la casa una más las posesiones masculinas.  Así se dice: tengo esposa o tengo familia o tengo hijos, mostrando el lenguaje un estilo de dominio marcado por el sentimiento de apropiación. 

Sin embargo, junto con lo anterior en que se cumple la ley del desarrollo desigual, y se observan sociedades regresivas cohabitando en el mismo espacio geográfico, u ocupando diversos territorios contemporáneos, con mayores o menos grados de sometimiento del género femenino por parte del masculino, en la actualidad se pueden observar hechos o a lo menos reflexiones éticas que permiten una visión optimista de la importancia del papel femenino en el conjunto de la sociedad,  tanto en roles directivos como subordinados, tal como sucede con el género masculino, dependiendo de la dialéctica de cambio de cada situación concreta, y no determinado por la pertenencia a un género o a una etnia. 

Por ejemplo, me parece que el siguiente texto alude a este cambio de paradigma en el que se puede apreciar el reconocimiento al papel femenino en la empresa, y no necesariamente reemplazando al género masculino, sino más bien complementándose cada uno con sus propios talentos. 

LO FEMENINO EN EL LIDERAZGO COLABORATIVO: 

Desde el sometimiento hasta el liderazgo social.

La crisis saca a la luz las carencias de las empresas dirigidas sólo por hombres: La mujer aporta un estilo más cauto, ético y transversal frente al modelo autocrático.
CRISTINA GALINDO EL PAÍS 25/03/2009


Las firmas con más de tres directivas son más rentables, según Catalyst.
Ruth Sealy: "Ellas saben motivar más y mejor; ellos son más autocráticos".
La cualidad de mujer no puede servir para criticar más ni para eludir las críticas.
Trinidad Jiménez cree que Chacón ha sido más criticada por ser mujer.
Lamia Walker: "AIG, Lehman Brothers... ¡Todas gestionadas por hombres!".
Celia de Anca aboga por primar la cualidad frente al sexo.

Islandia ha puesto a dos mujeres al frente de los grandes bancos nacionalizados por la crisis. Otra mujer se ha hecho cargo del Gobierno de Reikiavik después de que el anterior primer ministro dimitiera por las turbulencias financieras que han llevado a la bancarrota al país. Cada vez son más los que piensan que la economía y la política funcionarían mejor con más mujeres al mando. Hasta en el Foro Económico Mundial de Davos se llegó a esa conclusión, que Nicholas Kristof, columnista de The New York Times, resumió de forma ingeniosa: a Lehman Brothers, uno de los bancos caídos, quizás le habría ido mejor como Lehman Brothers... and Sisters.

Nadie puede saber qué habría pasado si más hermanas hubiesen dirigido este banco de inversión, pero los expertos, y cada vez un mayor número de estudios, respaldan las ventajas de tener a más mujeres en los consejos de administración ante los fallos cometidos por los capos del sistema financiero y sus reguladores.


Una de las grandes críticas que se ha hecho a los bancos y a las grandes compañías que cayeron en los noventa, como Enron y WorldCom, es que sus equipos de dirección eran excesivamente homogéneos: hombres blancos, de entre 55 y 65 años, de clase media, del mismo origen, mismas escuelas...

"A partir de 2003, existe cierto consenso en torno a la idea de que una mayor diversidad en los consejos lleva a un mejor gobierno, porque se toman mejores decisiones y se innova más", asegura Ruth Sealy, experta de la Escuela de Negocios de la Universidad de Cranfield (Reino Unido), que en un reciente informe afirmaba que más ejecutivas deberían tomar las riendas de los bancos y compañías en crisis.


La rentabilidad de las compañías que tienen a tres o más directivas en la cúpula es cinco puntos porcentuales superior a la media, según un estudio que Catalyst, una organización sin ánimo de lucro dedicada a promover el liderazgo femenino, realiza tomando como referencia las 500 primeras empresas de la clasificación Fortune. No sólo en la empresa. Más políticas deberían gobernar, según una de las conclusiones del reciente Coloquio Internacional de Liderazgo Femenino organizado en Liberia el 7 y 8 de marzo.


Poco después de que Elín Sigfúsdóttir y Birna Einarsdóttir se colocaran al frente de los dos bancos islandeses quebrados, un portavoz del Gobierno de ese país dijo: "Es lo típico, los hombres han provocado el caos y las mujeres tienen que limpiar todo ese desastre". Tópicos como éste aparte, ¿existen diferencias de verdad entre hombres y mujeres a la hora de gestionar una empresa o gobernar un país? Las hay, sobre todo de estilo.


"Por lo general, las mujeres son más conscientes del riesgo; ponen la ética, la responsabilidad social y el gobierno corporativo por encima de otros valores en su agenda y, a la hora de tomar decisiones, usan tanto sus habilidades racionales como emocionales", afirma Halla Tómasdóttir, presidenta ejecutiva de la firma de inversión fundada por mujeres Audur Capital (presume de haber dado beneficios en 2008, su primer año de vida, a pesar de la crisis), y una de las portavoces de la nueva corriente a favor de que las mujeres ocupen puestos clave de liderazgo en Islandia. "No digo que un mundo exclusivamente femenino sea mejor que uno masculino, sino que estoy convencida de que es necesario un mayor equilibro de género si queremos construir un mundo de los negocios más sostenible", opina desde Reikiavik.


"Entre los sexos hay diferencias de estilo, más que de preparación", afirma Ruth Sealy, la experta de Cranfield. "Hay investigaciones que muestran que, de alguna forma, las mujeres se encuentran más cómodas usando un modelo de liderazgo llamado transformacional, lo cual implica saber motivar más y mejor, saberse ganar la confianza de la gente y animar a sus subordinados a desarrollar su potencial", añade. En cambio, los hombres suelen encajar con el estilo tradicional, más autocrático, y muy basado en recompensar el cumplimiento de objetivos y castigar su incumplimiento.


"No todos somos iguales. No se puede generalizar. Hay algunas mujeres más agresivas y directas que algunos hombres, y al revés", puntualiza Celia de Anca, directora del Centro de Diversidad de IE Business School en Madrid, que no puede evitar poner como ejemplo a la ex primera ministra británica Margaret Thatcher, conocida como La dama de hierro. "Su estilo puede estar considerado como un estilo de dirección masculino, mientras que al femenino se le atribuye otra sensibilidad; pero hay hombres más sensibles y mujeres más duras", explica De Anca.


Una de las dirigentes europeas más poderosas es Angela Merkel. La canciller alemana ha conseguido liderar una compleja gran coalición de partidos durante casi cuatro años, cuando muchos dudaban, a finales de 2005, que durara ni dos. A esta altura de legislatura, se le pueden achacar mil defectos en su forma de gobernar, pero nadie le niega cierta capacidad para el diálogo. Los expertos aseguran que Merkel es flexible y sabe dar marcha atrás cuando es necesario, algo que claramente la distingue de su antecesor, Gerhard Schöder. Ella ha sido, precisamente, la impulsora de una nueva carta de gobernanza mundial para abordar la crisis bajo nuevos pilares y principios.


De Europa a África. Ellen Johnson-Sirleaf se convirtió hace tres años en la primera jefa de Estado del continente. Tras 14 años de una guerra civil devastadora, el país que preside, Liberia, necesita aún muchos cambios, pero ella ha conseguido mejorar su imagen internacional y que algunos inversores extranjeros empiecen a llevar sus negocios. "Su liderazgo es diferente del de otros africanos", explica Winnie Imanyara, directiva del banco keniano Equity Bank, que asistió al Coloquio Internacional de Liderazgo Femenino celebrado en Monrovia. "Lo que importa para ella es lo que hace, no lo que dice. La mayoría de los presidentes africanos quieren ser juzgados por lo que dicen, aunque muchas veces no lo cumplan", opina. "Las mujeres quieren poder para tener influencia, no para conseguir más poder; negocian, no fuerzan; sienten que han triunfado cuando todos están de acuerdo y creen que sus decisiones son justas", asegura Inmanyara, una de las ejecutivas más respetadas de África.


Tener a una mujer al frente, por supuesto, no es garantía de éxito, pero su fracaso genera el debate sobre si recibe más críticas por ser mujer. Un posible ejemplo es el de Carly Fiorina, que durante seis años fue la mujer más poderosa del universo empresarial hasta que la cúpula del fabricante de ordenadores HP puso su cabeza en bandeja por diferencias con el consejo de administración. Durante su mandato, la compañía perdió el liderazgo a favor de Dell.


"Como hay poquísimas mujeres en los primeros puestos, son más visibles, y se suele ser más crítico con ellas", opina desde Londres Lamia Walker, directora del Centro para las Mujeres en los Negocios. "Si nos fijamos en compañías que han caído en esta crisis, como Lehman Brothers, Royal Bank of Scotland, Standford, Madoff, AIG... ¡Todas estaban gestionadas por hombres!".


Una de las políticas más visibles en España es, especialmente esta semana, la ministra de Defensa, Carme Chacón, que ha sido muy criticada tras el anuncio de la retirada de las tropas de Kosovo. Tras algunas de esas críticas, la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez, aprecia cierto componente machista. "La crítica política es legítima y yo no pienso que por ser mujer no se pueda ser objeto de críticas, pero en este asunto ha habido algunos comentarios de carácter personal que creo que son irrespetuosos", afirma en una entrevista telefónica. "A veces se habla de la ministra como 'esa chica', o se recuerdan una y otra vez temas relacionados con su maternidad, etcétera. Son comentarios que sobrepasan la crítica política", añade.


"Cualquier dirigente político está sometido a crítica", respondía ayer por la mañana la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, en una conferencia de prensa. Por la mañana, Carmen Silva, portavoz del PSOE en el Senado, declaró a RNE que no compartía las críticas que se habían hecho a Chacón, pero que no le parecían machistas. Y es que la condición de mujer no puede servir para exacerbar las críticas, como tampoco para eludirlas.


"A las mujeres se nos mira con lupa", afirma Eva Levy, que acaba de ser fichada por la consultora ExcellentSearch para poner en marcha una división especializada en la captación de mujeres para ocupar puestos en los consejos de administración. "Cuando una ministra se equivoca, se arma, pero también hay críticas cuando se equivoca un ministro", puntualiza Levy.

"Si se nos critica, si se pone en tela de juicio nuestra preparación o nuestros méritos para ocupar un cargo, tenemos que aprender a luchar contra ello", afirma. Levy considera que por primera vez, gracias a esta crisis económica, se está viendo que existe una correlación entre las mujeres en la alta dirección y los mejores resultados de las empresas. "Somos más realistas y ponderamos mucho las decisiones", afirma.

Como ha dicho la que en su día fue la primera gobernadora de New Hampshire, Jeanne Shaheen, en la actualidad directora del Instituto de Políticas de Harvard, "las mujeres tienden a preocuparse menos por quién se lleva el mérito y más por resolver el problema". No es que los hombres no resuelvan problemas, sino que la mayoría se asegura de que todo el mundo sepa quién lo solucionó.


"No es tan sencillo", discrepa Celia de Anca. "No basta con decir: quiero que la mitad de los directivos sean mujeres; sino que hay que saber qué perfil queremos y buscar al mejor o la mejor de los candidatos", afirma. "Primero la cualidad, y luego la persona", añade. La experta recuerda cómo los departamentos de recursos humanos se llenaron de mujeres hace unos años porque se suponía que comprendían mejor a los empleados, que eran más sensibles. "Hay que tener cuidado, porque no debemos limitar a las mujeres, tienen que estar en todas partes", opina.


Casi todos los expertos coinciden en que hay valores que tienden a ser más generales en las mujeres. "Sobre todo en América Latina, donde las responsabilidades familiares están muy presentes y, aunque no se puede generalizar, las mujeres suelen ser más tolerantes y se centran en conciliar diferentes puntos de vista; además, como nos toca competir en condiciones adversas, nos exigimos mucho más", explica en conversación telefónica desde Caracas María Corina Machado, directora de la asociación civil venezolana Súmate e integrante del grupo de jóvenes líderes de Davos.


Las investigaciones sobre las diferencias entre hombres y mujeres como gestores y líderes no están al margen, por supuesto, de la biología. Un estudio de la Universidad de Cambridge concluyó que los altos niveles de testosterona por la mañana en los agentes de Bolsa están asociados con una jornada de suculentas ganancias. A niveles más altos de testosterona, más riesgos se corren. A veces, correr riesgos es bueno, pero no si el broker acaba tirándose a la piscina de forma irracional: acaba perdiendo hasta la camisa.


¿Se podría haber frenado la peor crisis financiera desde la Gran Depresión con más estrógenos? Según los médicos, la hormona llamada oxitocina (parece que las mujeres producen mucha más que los hombres) hace que las mujeres suelan reaccionar de forma más cautelosa y evalúen los riesgos. Quizás ésa fue la fuente de inspiración de Meredith Whitney, a analista de la banca que, como comentó Thomas L. Friedman en uno de sus artículos en este periódico, se ha hecho famosa porque vaticinó la crisis de Citigroup mucho antes de que lo hicieran otros.


"Para que un equipo pueda desarrollar su máximo potencial es mejor que esté formado en un 50% por hombres y en un 50% por mujeres, independientemente de si el máximo dirigente del grupo es un hombre o una mujer", recomienda Lamia Walker, que basa su afirmación en un estudio realizado en empresas de más de 17 países de Europa. "Creemos que ningún país ni ninguna empresa pueden alcanzar todo su potencial sin contar con más mujeres", afirmaba Diane White, consultora de Calvert, una firma de inversión, ante cientos de mujeres en el foro de mujeres celebrado en Monrovia. Whyte, nacida en Liberia y residente en Estados Unidos, era tajante: "Cuando excluyes a las mujeres, lo acabas pagando".

***

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Comunicación, educación y comunidad que aprende.


La motivación por la actividad del coach/coaching aparece en las personas y en organizaciones como medio de desarrollo humano. La noción de ayuda, apoyo, acompañamiento solidario para el despliegue de capacidades es interesante en el mundo actual, en el que suele observarse que contingentes de trabajadores en distintas posiciones de la jerarquía laboral necesitan un aporte experto para lograr metas en un mundo  enfocado más en la competencia, que en la solidaridad. 

Me llamó la atención el siguiente texto que ayuda a entender de qué se trata esta actividad de acompañamiento respetuoso de la libertad y el autodescubrimiento, junto con ayudar a descubrir caminos mediante la reflexión y el diálogo. 

RELACIONES HUMANAS Y RECURSOS HUMANOS:
EL COACHING ONTOLÓGICO

Rafael Echeverría, Julio Olalla

Podemos dar una definición del Coaching Ontológico como:

Una disciplina que aporta una manera diferente de interpretar a los seres humanos, su modo de relacionarse, de actuar y de alcanzar los objetivos que se proponen para sí mismos, para sus empresas y para la sociedad. 

Uno de los postulados que lo caracterizan es que el lenguaje no sólo describe la realidad, sino que por medio de él se genera la realidad


El Coaching Ontológico es una dinámica de transformación mediante la cual las personas y organizaciones revisan, desarrollan y optimizan sus formas de estar siendo en el mundo. Se presenta como una conversación que crea una nueva cultura y no como una técnica dentro de la cultura subyacente.


En un proceso de Coaching Ontológico el crecimiento ocurre en el dominio del Ser, a través de un aprendizaje transformacional que cuestiona con respeto los modos tradicionales de percibir e interpretar, donde las personas y los equipos interrumpen sus patrones de conducta y comportamiento habituales, para comenzar a operar con mayor creatividad, protagonismo y proactividad; generando competencias emocionales, del hacer, del pensar y de la comunicación.


El Coaching Ontológico es un proceso fundamentalmente liberador del sufrimiento y de las creencias condicionantes que nos limitan. Nos conecta con nuestros recursos y con nuestra capacidad de intervenir, logrando mayor bienestar y efectividad en el logro de los resultados que nos importan.


Nuestras emociones fueron entendidas como aquello que se interponía a la razón, de la misma manera que las pasiones lo hicieron con la vida virtuosa, nuestros anhelos espirituales fueron considerados supersticiones, y nuestro encuentro con el alma de la naturaleza fue considerado una simple proyección de nosotros mismos. Negamos el anima mundi y al hacer eso, desencantamos el mundo. Fuimos  abandonados en la inmensidad del cosmos. Dejamos de vernos como parte de un todo y como parte del mundo. La tarea era conocer el mundo exterior a través del dominio de lo racional. El mundo interior fue fundamentalmente abandonado y perdimos la confianza en el: fue visto como el “ámbito de lo subjetivo y lo poco confiable”.


Muchas separaciones resultaron de esta manera de ver el mundo: espíritu y materia, el ser y el mundo, mente y cuerpo, conciencia e inconsciencia. Hoy cuando enfrentamos la inmensidad de nuestra crisis (ecológica, energética, financiera, de salud, política, etc.) nos comenzamos a dar cuenta que es momento de reunir aquello que alguna vez dividimos, de manera de traer de vuelta el alma al centro de nuestro aprendizaje. Una nueva epistemología es necesaria y el coaching es la práctica que hemos desarrollado para explorar esta unión entre lo interno y lo externo, para traer de vuelta la unidad y la completitud al aprendizaje.


Cientos de años creyendo que acumular información y aprender eran casi las mismas cosas, separando lo material de lo espiritual, excluyendo el poder de las experiencias reveladoras, ignorando el rol cognitivo de las emociones, del cuerpo y de la sensualidad,  han provocado esta profunda sensación de soledad y desconexión que está comenzando a filtrarse dentro de nuestros huesos. No es de extrañar la epidemia de depresión que estamos teniendo en Estados Unidos y en gran parte del mundo occidental. La depresión se ha vuelto un problema de salud de enorme dimensión. La Organizacional Mundial de la Salud predice que en el año 2010 la depresión será la segunda enfermedad en la lista de los costos de salud. La venta de antidepresivos en el año 2004 alcanzaron los $14 billones de dólares en el mundo de los cuales $9,9 fueron vendidos en los Estados Unidos. Y el consumo de los mismos continua creciendo.


“En consecuencia la desatención que hemos dado los occidentales a la experiencia subjetiva – escribe Willis Harman – ha tenido serias consecuencias en términos de una confusión valórica. Al final, es en el aspecto subjetivo, trascendente y espiritual donde todas las sociedades han encontrado las bases del sentido y de sus más profundos valores”. El ser humano moderno ha sido dejado sin tierra firme donde construir y sostener sus valores. Es en ese vacío que los seudo valores del mercado, de los medios y de la industria de la entretención se han vuelto dominantes, empobreciendo nuestras vidas y privándonos de tener sueños poderosos.


El coaching trae a nuestros procesos de aprendizaje la completitud de la experiencia humana a través de reunir los aspectos interiores con los exteriores de nuestra realidad. Nos provee de acceso a una racionalidad que no niega el poder cognitivo de las emociones mientras nos permite jugar con una pluralidad de perspectivas para aproximarnos a la complejidad infinita de la realidad. Eso requiere en el lado del coach un profundo cuidado, una escucha cariñosa, y un deseo auténtico de servir. Coaching no es facilitar el crecimiento por el sólo hecho de crecer, no es estar al servicio de lograr “más” de lo que nos ha mantenido atrapados por siglos. El Coaching nos enseña a reconocer nuevamente lo sagrado de la naturaleza, y a llenarnos de gratitud por el infinito misterio y belleza que nos rodea.


Gran parte de los problemas de efectividad y sufrimiento que enfrentamos en el mundo actual (de las organizaciones y en la vida personal) está relacionado con incompetencias que presentamos en la forma de conversar y relacionarnos con otros. Por ejemplo, es posible encontrar equipos de trabajo altamente competentes en lo técnico que sin embargo presentan problemas de confianza que hacen difícil la coordinación de acciones, problemas de resentimiento que generan culturas de rumor o problemas de resignación que hacen imposible aprovechar las oportunidades que ofrece el futuro. 


En el plano personal muchas personas sufren por su incapacidad de ser escuchados, por su dificultad para reclamar o su dificultad para reconocer el trabajo de otros. Junto a lo anterior, el cambio permanente que se vive en las organizaciones ha transformado la capacidad de aprendizaje, en una habilidad fundamental para la innovación y adaptación de ellas, la capacidad de aprender es hoy la competencia que nos permite enfrentar con éxito la amenaza de obsolescencia a las que nos somete el cambio.


Hoy sabemos que no es suficiente la mera declaración de que queremos cambiar para que entremos en acción, es más, nuestras grandes incompetencias para generar cambios están en el plano de la inteligencia emocional y corporal. 


Generar compromiso en los equipos de trabajo, entusiasmo por el futuro, capacidad de reacción ante las permanentes emergencias y crisis que se presentan en las organizaciones requiere de habilidades de inteligencia emocional y corporal que el management tradicional no ha desarrollado. Tener buenas explicaciones de por qué acontecen las cosas no nos asegura que podamos desplegar acciones para hacernos cargo de ellas.



El Coaching Ontológico es una disciplina que nace como un intento de hacernos cargo de las paradojas que tenemos en las organizaciones actuales. Alta efectividad junto a altas dosis de sufrimiento; especialización técnica junto a entornos de trabajo tomados por la desconfianza; altas posibilidades tecnológicas y de recursos para enfrentar el futuro en la resignación.


La manera que habitamos el mundo, las acciones que tomamos o no tomamos, está enraizada en nuestro particular modo de percibir e interpretar a nuestro entorno, los que nos rodean y sobre todo, a nosotros mismos. A su vez, esas percepciones se basan en nuestras creencias y valores, en las conversaciones que tenemos, las emociones que experimentamos, nuestra corporalidad y las diversas redes en las que participamos.

No es suficiente desarrollar nuevas tecnologías, nueva legislación, nuevas políticas. Debemos desarrollar una nueva manera de entender el sentido de nuestra existencia en la Tierra. 

Pareciera que las crisis del presente, desde el cambio climático hasta la el colapso financiero, son exactamente las fuerzas evolutivas que nos harán salir de nuestra adicción consumista, de la increíble disparidad en la distribución de la riqueza humana, de la ilusión simplista de que todo tiene una salida tecnológica, y nos harán pasar a la cooperación que incontables especies y muchos pueblos indígenas han aprendido antes que nosotros. Pareciera que necesitamos de estas crisis que nos obligan a reflexionar y a entrar en acción. 


Necesitamos generar una meta narrativa, una cosmología, que le de sentido y propósito a nuestras vidas, que reencante el Universo para volver a sentirnos parte de él y terminar con esta sensación de separación y aislamiento, en la cual la humanidad ha vivido a través de la Modernidad.


Necesitamos de espacios sagrados en los que revisemos nuestras presuposiciones y dejemos de llamarlas verdades, volvamos a escuchar con respeto nuestros susurros espirituales, nos escuchemos con profunda empatía, y volvamos a practicar el arte del aprendizaje integral, en el que caben todas las dimensiones de la experiencia humana y el anima mundi. 


Necesitamos terminar con la conspiración del silencio, la práctica de esconder toda experiencia que no podemos explicar, para reencontrarnos con la belleza del misterio y el poder de las preguntas.
Mi hija me preguntó el otro día, mientras preparaba una prueba de ética, ¿qué opinas de Hegel, Papá? Para tales preguntas ya aprendí que es mejor apagar la TV, respirar profundo… y tomarse unos minutos antes de responder… La conversación duró hasta altas horas de la noche.


¿Por qué tienes, hija mía, que estudiar a Kant, a Hegel? ¿Por qué como coaches es interesante que lo hagamos? 


Pues las obras de estos filósofos son las cumbres más altas de la modernidad, lo más grande que ha podido siquiera pensar, imaginar el genio del hombre, son los inventores de esa
 posibilidad de ser que llamamos la modernidad: ellos son la cumbre de la fundamentación de los valores de la Ilustración,  de la cual se desprende nuestra actual interpretación de los derechos individuales; de la libertad como libertad  individual; de la creación de un sistema social, político; incluso de una extraordinaria interpretación de lo religioso; de lo que debe ser la educación, etc. Sobre estos sistemas  de pensamiento construimos nuestra actual interpretación de lo que debe ser la escuela, la empresa, la organización social, el Estado, etc. Pues bien, ¿cómo podríamos caracterizar esta postura, (digo, sin caer en demasiados tecnicismos)? 

 Kant (por allá por 1790) produce lo que, con sus propias palabras, se conoce como el “giro copernicano”. Así como Copérnico nos sacó de la ilusión que la Tierra era el centro del Universo, y todo giraba alrededor de ella, poniendo al Sol en ese lugar (el primero de los traumas que tiene que hacer frente la Modernidad), Kant nos propone un giro epistemológico: el centro de nuestro modo de conocer no es ya la “verdad” que proviene del objeto, sino que pone al centro las condiciones de posibilidad con las que el sujeto constituye lo que conoce. Así, no es que haya un árbol que tenemos que conocer “en su esencia” (como decía Aristóteles), sino que, lo que llamamos “árbol” es un constructo que los sujetos hacemos a partir de un caos de sensaciones que provienen de ese X, que luego “organizamos” –según ciertas categorías propias de nuestra “mente” −o “cerebro”, o “psiquis”, o “alma”, o “conciencia”, etc. Es decir, según Kant, somos nosotros los creadores de aquello que llamamos “árbol”.

Hegel da un paso más. Esa X, que para Kant es una “cosa en sí”, que nunca podemos conocer, pero de la cual podemos decir al menos que es independiente de nosotros (como sujetos cognoscentes), se convierte en su filosofía en un “momento” de la relación: el Espíritu Absoluto pasa por un momento que podemos denominar “objeto”, cuando está en sí mismo; y luego transita hacia otro momento de sí mismo, un momento que podemos denominar “sujeto”, cuando éste se trasforma en conciencia de ese objeto, y luego transita hacia otro momento, en que se convierte en “autoconciencia” y conciencia de los momentos anteriores, y así sucesivamente. La extraordinariamente compleja filosofía de Hegel explica paso a paso las transformaciones que va sufriendo esta entidad que denomina el Espíritu Absoluto en su despliegue en la historia del Universo.

El cuento es que, desde Descartes, pasando por Kant hasta Hegel, el discurso de la modernidad es
 monológico. Es decir, es un sujeto –un “yo”- que se constituye a si mismo, y que constituye en su despliegue al mundo completo. Ellos permitió el surgimiento de la absoluta individualidad: como decíamos, permite el surgimiento de la idea de individuo y sus derechos, las constituciones que los resguardan, las instituciones que los fomentan, las organizaciones que generan su despliegue, etc.

Pues bien, así surge el modelo del observador en la ciencia moderna. Y no sólo en la ciencia de cuño newtoniano; incluso en la física relativista de Einstein  esta concepción se mantiene: allí el observador se convierte en un reloj que es el testigo neutro que recoge el fenómeno. Para la física cuántica el observador estará integrado en el fenómeno, interactuado en él, pero sólo como espectador interfiriente, imposible de eliminar.


Pues bien, así surge el modelo del observador en la ciencia moderna. Y no sólo en la ciencia de cuño newtoniano; incluso en la física relativista de Einstein  esta concepción se mantiene: allí el observador se convierte en un reloj que es el testigo neutro que recoge el fenómeno. Para la física cuántica el observador estará integrado en el fenómeno, interactuado en él, pero sólo como espectador interfiriente, imposible de eliminar.


El modelo es tan simple, que rápidamente se extendió a otras regiones del saber como un modelo fácil de interpretación de la realidad. Con algunos maquillajes, entra en el coaching como el modelo “observador, acción, resultado”. Sumado a los aprendizajes de primer y segundo orden a Argydius. Como coaches sabemos lo conveniente que es por su extrema simplicidad.

Dado su origen en el concepto de observador proveniente de la modernidad y del modelo newtoniano de la ciencia, este modelo, según mi opinión,  contiene insuficiencias insuperables, que quedan expuestas, principalmente en el espacio ontológico del coaching (es decir, no tanto en el coaching como instrumento).


En el origen del coaching ontológico está justamente la inquietud de superar la modernidad como modo de habitar de los seres humanos la tierra. No porque tal modo sea ineficaz o poco exitoso, sino justamente porque centra su habitar en el éxito y en la eficacia. La propuesta de la modernidad ha demostrado ser insuficiente para desplegar la posibilidad de los seres humanos, y amenaza con destruir sus posibilidades mismas de subsistencia.


Es justamente este sujeto centrado en sí mismo, conversando consigo mismo, en un monólogo con respecto del mundo, apartado de los otros seres del universo, escindido en sí mismo, separado de otros seres humanos, es el que necesita modos de acercamiento “instrumental” − como podría ser una técnica del escuchar, las conversaciones como diseño de objetivos a lograr, incluso del coaching entendido como mera técnica.


El origen del ser humano −declarado desde la ontología más antigua (Heráclito y Parménides) hasta la concepción de Heidegger, refrendada por la última investigación en neurociencias− es un estado inicial compartido; un encontrarse en el mundo ya desde siempre con otros, desde el origen en un estado de dialogo comprensivo. El ser habitantes del mundo es siempre dialógico, por tanto la acción es originariamente siempre y antes que nada inter-relación, inter-acción, o mejor, como dice Thich Nhat Hanh, inter-ser.


Ella, la acción, tampoco se distingue del habitante mismo que habita: habitar es el inter-ser que ilusoriamente llamamos “acción”, como si pudiese existir como  modo “independiente” del habitar mismo. Así, si originariamente no hay nada como un observador y una acción; menos hay “resultados” independientes. Es sólo la fragmentación que nos propone la modernidad la que permite esta ilusión. La propuesta del pensamiento sistémico −último intento de pensamiento fragmentario de la modernidad de hacerse cargo del fenómeno originario de la unidad, a partir de supuestos sistemas de retroalimentación− es insuficiente para intentar fundar el coaching ontológico. Tal simplificación, aunque está disfrazado de “ayuda” a la comprensión, termina por retrotraer al coaching como un instrumento del pensamiento moderno; quizá uno muy refinado, pero finalmente un instrumento más de la modernidad.


Según nuestra interpretación, el coaching ontológico es una posibilidad que surge de una “superación” (el aufheben de Hegel: incluir y trascender, como traduce correctamente K. Wilber)  de la modernidad. Surge de una reinterpretación de la antigua ontología de la unidad del ser; que por ejemplo, Heidegger saca nuevamente a la luz. Ella permite reinterpretar el fenómeno del lenguaje desde la unidad de la comprensión reflejada en los actos del habla, superando la división gramatical (sujeto – copula (verbo) – objeto (complementos: directo, indirecto, etc.)). Ella permite reinterpretar el fenómeno del escuchar, no como el ejercicio de un “yo” (observador) que “escucha lo que escucha” desde su propia historia monológica, tratando de recorrer un camino que −ya con Descartes y luego con Kant hasta Hegel− se torna infinito tratando de llegar a un “tu” que es “otro observador”; sino que es un volver al estadio de pre-comprensión compartido originario, que ha estado oculto bajo el manto de experiencias, interpretaciones y distinciones diversas. Surge así una nueva interpretación del escuchar, como un acceder a nuestro origen común.

Quizá ya es hora que, desde la pedagogía del coaching, abandonemos modelos simplistas, que a poco andar se convierten en lastres, más que en ayuda para estar al servicio de los seres humanos, que es la inquietud que nos mueve.


Es común que tengamos momentos de lucidez a nivel del lenguaje, en los que alcanzamos nuevas e interesantes interpretaciones para solucionar nuestras dificultades. Para que se produzca la transformación personal con nuevas acciones es preciso que el cambio alcance no sólo el lenguaje, sino también una coherencia entre el cuerpo y la emoción, que de no existir nos devolvería al lugar de partida.


Para entender este fenómeno es importante saber a nivel fisiológico que ha ocurrido. Sabemos que el cerebro humano se compone de tres zonas:


* El cerebro reptil, que procesa las funciones básicas  * El cerebro límbico que se encarga del mundo emotivo.  * El neocortex, el más reciente que es en donde reside la capacidad de razonar y el lenguaje. 


Hemos sido seres emotivos mucho antes de haber tenido la capacidad de razonar. En este mundo emocional, que hemos reemplazado con la razón y el lenguaje, se encuentra una gran sabiduría.  ¿Dónde se conecta el mundo emocional con el lenguaje? 


Existe un fenómeno que la ciencia ha comenzado a mirar que es el siguiente: si dos personas están en una conversación, puede ocurrir que el vibrar emocional de una se encuentre con el de la otra, produciéndose lo que se llama una resonancia límbica. Cuando esto ocurre el sentido de lo que queremos decir se multiplica, porque va más allá de lo dicho. 


Las acciones que los grandes líderes logran realizar tienen que ver con esta capacidad de resonar con el colectivo al cuál se dirigen, asimismo, para que el coaching se produzca ha de darse también esta resonancia. 


En la resonancia límbica hay un instante en el que sentimos que empezamos a funcionar al unísono y es entonces cuando la fisiología empieza a ser afectada por la emoción, produciendo la regulación límbica.


Un ejemplo podría ser lo que ocurre con los ciclos menstruales de las mujeres que viven juntas, que al cabo de un tiempo comienzan a ser coetáneos. 


También podemos observar que una madre que amamanta a su niño y si éste enferma, la calidad y composición de su leche se transforma para hacerse cargo de la enfermedad del niño.  El tema emocional es más que mis sentimientos por un lado y los tuyos por otro, no hay que analizarlo individualmente sino que se trata de espacios de encuentro.


Gran parte de lo que sucede en una conversación tiene que ver con el espacio emocional que se crea, cuando nos encontramos con el coachee en esta danza estamos diciendo mucho más que lo que decimos con las palabras.


En el dominio emocional encontramos dos fenómenos:


La emoción puede ser interpretada como un cambio en la predisposición para la acción: tenemos “a mano” otras acciones diferentes que sin las nuevas circunstancias que dispararon ese cambio, no hubieran sido posibles. 

En cambio en el estado anímico, tendemos a recurrir a un estado emocional pre-determinado, histórico, que nos acompaña desde largo tiempo y que las circunstancias no logran provocan ningún cambio.


Cada emoción tiene su sabiduría, cada una es guardiana de un espacio del ser, cada una cumple con su rol y, cada una nos dispone a actuar diferente.

Un ejemplo de lo comentado anteriormente es que cuando hablamos de Coaching Organizacional y no tenemos la capacidad de observar el estado de ánimo del equipo nos estamos perdiendo algo importante para su desarrollo y aprendizaje. Si están por ejemplo en la resignación será necesario cambiar ese estado para que puedan conseguir acciones diferentes.


Algunos de nosotros hemos perdido la flexibilidad emocional: la rabia es una emoción que es indispensable para la existencia, sin embargo, si vivimos en la rabia, como estado de ánimo permanente nos es difícil vivir. 


El punto de conexión entre el mundo emotivo y el del lenguaje tiene que ver con los juicios que hacemos, con nuestra manera de hacer sentido e interpretar: si por ejemplo, voy caminando por la calle y alguien me da un golpe en la cabeza, puedo interpretar que el golpe es un acto injusto y entonces reaccionaré con rabia. Si por el contrario, juzgo que el golpe es un aviso de peligro cambiaré la emoción de rabia por otra. 


Mirando otras emociones vemos que la tristeza existe cuando enjuicio que he perdido algo; en cambio en la emoción del miedo enjuicio que algo malo me va a ocurrir. 


Al igual que en las emociones, en el estado de ánimo, también hay una interpretación, un juicio, pero no responde a evento concreto que lo desencadena: si por ejemplo vivo con el juicio de que el mundo es peligroso viviré en el estado anímico del miedo. 


La reconstrucción lingüística de las emociones busca conectar los discursos que cada uno realiza, con las emociones que experimenta y la disposición a la acción a la que finalmente llegamos. Hay seis emociones básicas (según Susana Bloch) si nos fijamos en dos criterios: 


1. La tensión o relajación que genera la emoción 2. La cercanía o lejanía física que genera la emoción 


Encontramos que la rabia conlleva alta tensión y cercanía física mientras el miedo tiene alto nivel de tensión y lejanía física, porque existe la tendencia a la huida. La ternura y el erotismo conllevan baja tensión y cercanía física. 


La ternura es la emoción en la que el sistema aprende a sentirse seguro: un niño que no conoce la ternura es un niño cuyo sistema límbico no conoce la seguridad. Las caricias son la forma de generar, a través de la fisiología, esa seguridad.
El erotismo está cerca de la ternura. Una sociedad que le tiene miedo al erotismo acaba muchas veces reprimiendo todo acto de ternura. El erotismo es más que la predisposición al acto sexual, tiene que ver también con la apertura a la belleza, con la experiencia mística, con los fenómenos espirituales.
La gratitud es la predisposición de ser un regalo para los demás. A veces no nos atrevemos a ser bellos, atractivos y maravillosos por miedo a mostrar nuestro valor. La gratitud es ser un regalo, no por un intercambio sino simplemente por gratitud. Un coach que se frena a sí mismo en ser precioso y atractivo, está frenando su capacidad de ser un regalo para el otro.
Cuando elegimos y podemos estar en la emoción de la gratitud el mundo nos parece suficiente, no tenemos expectativas y nos alcanza con lo que hay. 


La alegría tiene que ver con algo muy distinto a la excitación. El sistema límbico tan sólo puede estar excitado momentáneamente. Cuando una sociedad cambia la alegría por la excitación, los instantes de excitación cada vez tienen menor intensidad y tras ellos aparecen espacios de bajón.
Para que podamos vivir la alegría, es necesario que sepamos vivir la tristeza, esta emoción es esencial en nuestro aprendizaje. Un ser humano al que le importa algo, estará en la emoción de tristeza cuando lo ha perdido y por eso llora. 


¿Cómo podría importarnos algo y no tener la tristeza en alguna parte cuando lo perdemos? Puede ser la pérdida de un objeto, de una oportunidad, etc. La emoción del miedo se encuentra asociada a los juicios que hacemos sobre posibles pérdidas. ¿Qué es lo que tememos perder?
La culpa es una emoción que protege la identidad privada. Su origen es que nuestras acciones sean coherentes con nuestros valores, con nuestras normas privadas.

Vivimos en una sociedad en que la culpa se ha transformado en estado anímico permanente, y buscamos razones para tener culpa. Para un ser humano sano, la culpa tiene un valor clave: yo tengo mis principios y si los transgredí tengo que pagar por ello; la disposición de la acción en la culpa suele ser el autocastigo.


La culpa es también una forma de manipular a los demás; si te dicen “vete de vacaciones, que yo me quedo sola”, te sientes violando un principio básico tuyo y en consecuencia, aparece la culpa.

 La vergüenza hay que distinguirla de la culpa: en la vergüenza protejo mi identidad pública y en la culpa protejo mi identidad privada.

La vergüenza está relacionada con las normas de la comunidad. Si violamos nuestros valores y las normas de la comunidad, podemos sentir culpa y vergüenza a la vez. Otras veces puedo sentir vergüenza pero no culpa.


La disposición de la vergüenza es a desaparecer o pedir disculpas. 

La perseverancia es un juicio de posibilidad, de aprendizaje. “Si sigo insistiendo, lo voy a conseguir, va a resultar...”. 

La frustración es un juicio de impotencia, “no se puede hacer nada”. Tiene un toque de rabia, un juicio de injusticia en la vida.
La resignación es más pura que la frustración. En la resignación la acción es inútil. En la frustración hay todavía pelea, estás dando una última oportunidad, todavía no te has rendido.

Hay una emoción que tiene mucho poder negativo en las organizaciones. Es el cinismo. El cinismo es una resignación inteligente. Cualquier persona que crea que existe alguna acción es posible para solucionar las dificultades, desde los ojos del cínico, es un imbécil. Por ello, las personas no quieren estar en desacuerdo con el cínico, para no parecer tontos. 


El cínico chupa mucha energía en el colectivo, es un militante activo pues quiere que haya más resignados como él.


La disposición a la acción en el resentimiento es el desquite. Espero la ocasión para el desquite, es secreto, tiene dos elementos clave: el silencio y la revancha.

 En la rabia en cambio no hay espera, explotas ahora. El resentimiento tiene un espacio en el tiempo distinto al de la rabia. Cuando una emoción te lleva a la resolución en la acción, es simple y clara, cuando no es así, pueden aparecer problemas de salud. 

Es imposible reajustar el mundo emocional sin que haya descargas en el cuerpo: nuevamente el lenguaje, el cuerpo y la emoción están conectados y existe una coherencia entre estos tres mundos.  Las lágrimas las vemos, pero a veces existen otras alteraciones corporales que no vemos y que se producen en el proceso emocional. 


Hay otra emoción que es la pasión, es la más mística de todas las emociones porque la predisposición a la acción es fundirnos en lo que hacemos, implica un desaparecer en el hacer. El acto de apasionarse es perderse, los místicos hablan desde la pasión. Un coach sin pasión, termina no teniendo compasión y eso hace imposible el coaching. 


El opuesto de la pasión es la auto–obsesión, se da cuando buscamos el yo en nosotros mismos y, el yo, se encuentra siempre en el otro. 


Cuando estoy contigo devengo en un yo que no puedo ser, si no estás tú.


Es como creer que nuestros pensamientos son debido a nosotros mismos, sin embargo, no podemos pensar si no estamos en un espacio colectivo. Si no aprendemos a hablar a los tres años perdemos la capacidad del lenguaje, pues éste es una contribución colectiva y es inconcebible en la soledad. 


Los discursos y los juicios generan emociones y las emociones, a su vez, generan juicios e interpretaciones, no es algo unidireccional, sino que los efectos aquí son también las causas.  El mundo emotivo nunca será ajeno al pensamiento, estos son chispazos para mirar pero no son el final de la mirada.


El Coaching Ontológico desarrolla la actitud y la aptitud para generar nuevas ideas, para crear nuevas posibilidades, para descubrir nuevos significados, para inventar nuevos caminos, para encontrar nuevas conexiones, ya sea en el nivel individual o en el social. Es poder "soltar" lo seguro-conocido, para iniciar un "viaje" a la región de lo "aún no explorado", para atreverse a diseñar un por-venir acorde a nuestras inquietudes.

En los últimos años el aporte de nuevos enfoques científicos como la física cuántica (David Bohm y Fritjof Capra), la biología del conocimiento (Humberto Maturana y Francisco Varela), el pensamiento sistémico (Heinz von Foerster), ciertas corrientes filosóficas (a partir de Heidegger), la lingüística (a partir de Austin), ciertas corrientes psicológica(constructivismo, logoterapia, gestalt), el management moderno (Peter Senge, Stephen Covey) han contribuido al surgimiento de una nueva interpretación del Ser Humano: el Coaching Ontológico.

La palabra "Coaching" significa "Entrenamiento" y viene del ámbito de los deportes donde el coach es el director técnico que le dice a los jugadores cómo lograr una mejor performance. "Ontología" es una parte de la filosofía que se define como la ciencia del ser. O sea, literalmente, coaching ontológico significa entrenamiento en el ser.

El interés y el entusiasmo por llevar el coaching al ámbito personal, profesional y empresarial es algo reciente. Existe, sin embargo, mucha confusión acerca de lo que el coaching ontológico realmente es y cuáles son sus diferencias con respecto al coaching tradicional. Por ejemplo, es común escuchar a la gente hablar del coaching como una palabra que describe un gerenciamiento amistoso, supervisar, intervenir psicológicamente, aconsejar, ser experto en cierto ámbito, etc. El coaching ontológico no es nada de eso.

2.      EL COACHING EN LOS TIEMPOS ACTUALES

El Coaching nace para hacerse cargo de un quiebre ontológico y epistemológico de la Modernidad: por siglos dejamos el alma afuera de la esfera del aprendizaje. Hicimos una separación radical entre el objeto y el sujeto, creando una profunda división entre el ser humano y el mundo. Afirmamos que la única fuente de significado en el universo era la conciencia humana y que el principal propósito del conocimiento era desarrollar la habilidad de predecir y controlar el mundo natural. Por otro lado, hemos visto al mundo natural como algo impersonal, mecánico e indiferente a las preocupaciones humanas, nada más que un recursos a ser usado en nuestro beneficio. 


Julio Olalla Mayor
Desde su experiencia sostiene, que no es posible un real cambio en la cultura de las organizaciones si no se abordan simultáneamente la transformación personal de sus miembros, el estilo de coordinación de acciones enfocado al logro de los resultados y los valores que fundan la convivencia al interior de las empresas.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Cultura de Masas y Medios Tecnológicos: Desafío para la Educación Familiar y Escolar.




Sorprende leer el siguiente texto sobre la tecnología y su buen o mal uso en perspectiva de 10 años, sobre todo este 2020 catastrófico por la pandemia, en que la instrucción escolar y universitaria ha derivado a telemática y el pueblo que puede está en los refugios antivirales: casas grandes y casas pequeñas, palacios de ricos y chozas de pobres, como en los tiempos de los fenicios: la nobleza con grandes espacios y recintos y con el usual distanciamiento social;   otros en espacios y recintos mínimos,   hacinados y en riesgo social y por ende sanitario.

Ese texto publicado en la Revista Mensaje en mayo de 2009 advertía sobre los peligros de la tecnología de redes sociales, además de los rasgos generacionales que la hacían adictiva y riesgosa. 

Esa relectura con este foco pandémico, contaminado por riesgos e incertidumbres, estresado y desgastado por la historia de conflictos sociales pasados y recientes, me lleva a reflexionar nuevamente sobre lo que Robert Musil en la novela "El Hombres sin Atributos" llamaba el reino de las posibilidades. 

A propósito de los asertos y advertencias del texto citado a continuación, decir hoy que la tecnología es de gran ayuda para la humanidad no es novedad desde los tiempos de la invención de la rueda. Ya se sabe que en otros tiempos fueron flechas, hoy cañones y en el futuro quién sabe qué rayos ultrasónicos o de fotones servirán para la guerra de las galaxias auspiciada por la prensa reaccionaria, como diría con humor el poeta Nicanor Parra según el sentido de su poema "Los Vicios del Mundo Moderno." 

Incluso hoy han habido en mi generación alusiones y recuerdos sobre el humor del comic televisivo de los años 60,   resignificándolo como profecía de los avances tecnológicos actuales: "Los Supersónicos".

La pandemia actual sucede en otro escenario tecnológico, diferente a la pandemia de 1918. Ventiladores mecánicos, computadores personales, celulares y otros aditamentos hoy son de gran ayuda para enfrentar los desafíos sanitarios y comunicacionales, sin embargo, aun así subsiste una tensión semejante a la que sufrió el pueblo judío esclavizado en tiempos de los faraones: sometimiento de la esclavitud o libertad en la tierra prometida de la abundancia. 

Da la impresión que por más que el ser humano se autodefina o pretenda ser protagonista de su vida, hay momentos y acontecimientos que nos recuerdan, casi con campanas y trompetas, que la humanidad es un evento cósmico en la inmensidad del universo a la que le suceden cosas al margen de su voluntad, desde nacer hasta morir. 

Y no son solo determinaciones,  esclavitudes u opresiones de diversa índole y magnitud que vive el pueblo, sino que acontecimientos de vida que suceden sin consulta previa y que marcan los caminos y trayectorias, por ejemplo, los avances tecnológicos que influyen en los comportamientos diarios y en las estrategias sociales, políticas o económicas. La aparición de la TV o el computador o el celular, así como sucedió con la imprenta de la era de Gutenberg, han influido en las conductas humanas del mismo modo como la tentación de una manzana nos echó del paraíso y viró a la humanidad hacia rumbos desconocidos. Hoy  la disrupción de esta pandemia, que está marcando a varias generaciones coetáneas y contemporáneas, impactará en el futuro determinando rutas y decisiones vitales, influirá en usos y costumbres.

En medio de esta nueva expulsión del paraíso que estamos sufriendo como humanidad peregrina y viajera por la galaxia, en este caso echados del  triunfalista neoliberalismo del supuesto placer y crecimiento infinito, a mi modo de ver siguen siendo válidas y actuales las interrogantes y reflexiones de Segismundo en el encierro de la torre, el protagonista de "La Vida es Sueño" de Pedro Calderón de la Barca, 1635, tiempos del Barroco de las ilusiones y de las decepciones, pero también de la grandilocuencia y la desmesura.  

"Sueña el rico en su riqueza
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende, 
y en el mundo, en conclusión, 
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende."

Si se juega a personificar la naturaleza y la historia, podría intuir que hay ánimo de sorna en acontecimientos y laberintos insondables de vida. Impresiona el universo o la divinidad imaginada no solo como omnipotente y omnisapiente, serio, respetuoso y responsable, adusto como iglesia románica; sin embargo, también podríamos atribuirle un sentido del humor lúdico e irónico, a veces cruel y alevoso, también amoroso y misericordioso, a lo menos cambiante o impredecible como los pronósticos del clima, las políticas económicas, o los movimientos telúricos. 

En estos tres meses tóxicos se muestra que lo que ayer podía ser incierto y riesgoso en la tecnología, hoy quizás se ha acentuado u obviado por necesidad apremiante, urgencia de la situación concreta, pero al mismo tiempo esa presunta amenaza tecnológica se ha solapado porque esta herramienta se ha transformado en el ídolo de los tiempos: desde la maquinaria de salud hasta la comunicacional para trabajar y estudiar por medios telemáticos.

Niños y adultos estamos obligados a comunicarnos, enseñar, estudiar, trabajar, vender y comprar a distancia a través de medios que hasta febrero del 2020, no estaban masificados como ahora, aunque todavía el alcance es insuficiente. Nos está pasando esta pandemia y el pueblo a través de autoridades y médicos hace de todo para enfrentarla y resolverla.  Tiempos de riesgo e incertidumbre que muestran la condición humana, así como en la novela "La Peste" de Albert Camus, en que también se observa el enclave libertad, condenación, solidaridad. 

Quizás mucho de lo que le pasa a un ser humano podría decirse que le ocurre sin que nadie le pregunte por su opinión ni por su decisión ni menos por  sus sentimientos. Nos acontece ser engendrados en un útero y también nos ocurre que nacemos en un lugar y en unos momentos del día y de la historia. Incluso, si somos aficionados a la astrología o al tarot y otros métodos de análisis y viaje por el tiempo, se acentúa la sensación determinista. Desde el cuerpo materno que nos ayuda a desembocar en la historia, nuestro propio cuerpo, la familia que nos recibe, la ubicación geográfica y social, son sucesos que nos van llevando como hojas por el río de la vida. 

Hoy sin tener arte ni parte estamos como pueblo condenados al encierro y a sufrir los peligros de la intemperie, y mientras las aves vuelan en libertad, la humanidad sufre flagelación y enclaustramiento, y no solo en sitios cerrados, sino que también en sitios expuestos o en pleno campo abierto. Es el símbolo en vivo del laberinto, tan significativo en la narrativa de Jorge Luis Borges. 

Así también hay hazañas y derrotas ajenas y propias que nos afectan, actos heroicos que nos ayudan, como por ejemplo los equipos de salud que salvan vidas,  y otros sucesos de distinto calibre que nos impactan de modos diversos. 

Abundan ejemplos de lo anterior, aunque nuestra mente desee obviarlos porque eso no nos gusta y optamos por  imaginar o creer que siempre somos héroes de nuestra vida y que por lo tanto tenemos total  libertad para decidir lo que nos pasa, como si todo se redujera a vender y comprar lo que cada uno desea,  y que en consecuencia somos enteramente conscientes y responsables de nuestros actos. 

Esa imagen de consciencia absoluta y de radical  libre determinación es tan imaginario como la mujer o el hombre imaginario del sentido del humor parriano, quizás sea un buen un discurso liberal, pretencioso y arrogante como estatua ecuestre, ilusorio como un sueño, pero esencialmente vano según la simple y sencilla observación en la pedestre realidad de la Tierra, en la calle.  

En la clásica dramaturgia española del Barroco se propone el conflicto entre libre albedrío y predestinación. Triunfa la libertad. Por ejemplo en "La Vida es Sueño de Pedro Calderón. Segismundo niño e inocente fue encerrado en una torre porque las estrellas habían augurado que mataría a su padre y se tomaría el poder. Pedro Calderón va acomodando su libreto para que todo confluya en la liberación y en la reconciliación, sin embargo, sabemos que la vida terrestre del pueblo es compleja y determinada por coordenadas en las que nada ha tenido que ver o hacer.  Segismundo declamaba con dolor en la torre carcelaria en que había sido encadenado desde su nacimiento.

"Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad.
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?"


Es cierto, siguiendo la voluntad vital de Miguel de Unamuno, queremos  creer que los humanos tenemos libertad y no determinación ni destino prefijado, pero quizás solo son algunos los momentos en que el universo parece preguntarnos por nuestra decisión y testimonio personal. Hoy influido por las medidas político-sanitarias me pregunto por analogía con cifras diarias de contagiados y fallecidos, cuál es el porcentaje de incidencia del libre albedrío o libre voluntad en la vida humana? ¿Ese porcentaje es relativo a la zona geográfica o a los estratos sociales? 

Asimismo, aquí con honestidad intelectual, y no con deseos voluntaristas, puedo interrogarme qué coordenadas se han cruzado antes y durante nuestra biografía para llegar a la decisión de vida que estamos asumiendo en el aquí y ahora de la inmediatez de nuestro cuerpo, mente y espíritu en la verdad insondable e infusa del alma?

Jesús conoce a cada uno y  sabía que somos en esencia simplones e ignorantes; en la cruz invocó la misericordia de su Padre y dijo "perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen". 

¿Qué culpa o responsabilidad ha tenido el pueblo en los sucesos bélicos en que ha sido víctima de los horrores indescriptibles? La humanidad ha sido masacrada por generaciones por sucesos en que no ha tenido ninguna decisión. Ni siquiera los que decidieron las guerras pueden declarar que sus declaraciones bélicas fueron actos libres y bien pensados en sus respectivas historias personales y sociales. 

¿Qué culpa o responsabilidad tiene el pueblo este año desgraciado por la pandemia, que está asesinando inocentes, enfermando al pueblo y que además ha coartado ese pequeño espacio y lapso de movimientos que tiene la humanidad condenada o agraciada por la biografía de los ancestros lejanos y cercanos?

Tal vez haya solo una mínima diferencia entre el genocidio bélico y el que produce una enfermedad masiva. En las guerras los soldados que sufren y mueren podrían obtener reconocimientos y medallas por actos sobresalientes, incluso subir a la categoría de héroe y lograr postumamente una estatua ecuestre en la memoria del presente y el futuro. Pero enfermar y morir en una cama de hospital no tiene temperatura de heroísmo ni de gloria. Es una suerte de fusilamiento o de disparo por la espalda. El virus actúa a traición; es un felón de película de bandidos. Se mete por cualquier resquicio, escarba células como un maldito  roedor y contamina el cuerpo sin que la víctima pueda reaccionar y sanar con una simple decisión de su presunta libre voluntad. 
Las torturas chinas o de la inquisisión española no pudieron ni pensar ni imaginar esta condena kafkiana en contra de la inocente humanidad que puebla este planeta adonde fuimos lanzados, aún sin que sepamos por qué ni para qué, salvo lo que imaginan las interpretaciones filosóficas o religiosas. En el enfermo víctima del virus, que quizás venía arrancando o a lo menos trataba de protegerse con mascarillas, guantes, escudos faciales, higiene, ya no hay oportunidad de actos heroicos, salvo la agonía del cuerpo que lucha por su vida. 

La palabra agonista significa luchador. Agonía es el último estertor o combate del cuerpo por la vida, porque el cuerpo quiere sanar y  vivir. Enfermedad vejez y muerte suceden impunemente, son acontecimientos que la humanidad sufre tarde o temprano,  sin embargo,  en la pandemia se muestra la intubación en estado de coma, el tratamiento urgente, las condiciones infrahumanas en que se da esa batalla que connota mucho más una condena y bajada al infierno, que acciones personales conscientes y responsables para salvar la vida o acometer en una fortaleza enemiga.  El virus que afecta a la humanidad en cierto modo nos reduce a nuestra condición animal más básica, tal como cuando un criadero de aves o de salmones es afectado por una infección apocalíptica. 

¿Adónde podría encontrarse la gloria y el heroísmo en un enfermo que sufre esta  catástrofe y sedado e  intubado ni siquiera puede levantarse y combatir conscientemente como un gladiador o un caballero andante?

Hoy además de los sistemas políticos y económicos, al pueblo hoy también le sucede la tecnología UCI y la  implicada en las redes sociales. En este trastorno de vida pandémica hubo que expulsar a niños y jóvenes desde las escuelas a las casas. Lo que hace tres meses era concebido como castigo escolar: irse suspendido para la casa, hoy el bizarro humor del universo lo ha transformado en rutina, y la expulsión del paraíso hogareño protegido hasta donde se puede, sería el retorno a clases, a los peligros de contaminación virosa. 

Adonde ayer se vio peligro inminente en el abuso adictivo de la tecnología, aunque este sigue latiendo oculto bajo cuerda, hoy se ve como un arca de Noé, tabla de salvación en tiempos de mar proceloso de la confusión babeliana de lenguas en tiempos de pandemia,  que nos lleva a alejarnos del mundanal ruido, como diría Fray Luis de León mediante su poema "Oda a la Vida Retirada". 

¡Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruido
y sigue la escondida 
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo{han sido...!"

Al pueblo nos sucede esta historia en pandemia que aún nos sorprende y asusta desde marzo de 2020 en Chile; antes en China y Europa. Nos está pasando y estamos sufriendo esta infección sin que el pueblo haya movido un solo dedo o pie para generarla. Incluso a menudo la persona  que se infecta y contamina al resto de los cercanos, sigue siendo inocente de lo que le pasa o del efecto tóxico de su saliva a su alrededor, hasta que inicia síntomas.  Este acontecimiento muestra la condición humana en su desnudez y en sus determinaciones exógenas, en sus cobardías y valentías diarias. Pero claramente también nos muestra como agonistas mediante las virtudes vitales o fuerzas heroicas que destacaría el estoicismo del pueblo: sabiduría, templanza, justicia y coraje. 

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MySpace, storytelling y la nueva magnificación del mundo
Jan Koenot, SJ

    Estamos ante el crecimiento de diversas culturas cuya especificidad contemporánea reside más en el cruce entre ellas que en el contenido propio de sus diferentes universos.

   Me limitaré a una reflexión sobre algunos rasgos culturales dominantes en el mundo occidental.

   Entiendo por cultura el conjunto de medios que una sociedad se da para gestionar y producir lo real. La puedo considerar como un organismo complejo que se despliega como organización económica, socio-política y simbólica. Lo simbólico concierne a las representaciones -mitos, ritos, imágenes, religiones, ideologías- por las que una gran comunidad de personas toma conciencia de su existencia, desarrolla una identidad y otorga a sus miembros un sentimiento de pertenencia a una realidad que comparten.
   El universo simbólico de una cultura no es un mero reflejo de la organización económica y sociopolítica de una sociedad. Más bien, contribuye a construirla, estructurarla y orientarla.
MY SPACE Y LA NUEVA SOCIALIZACIÓN


   Los jóvenes de hoy no conocieron el mundo sin computadoras, Internet o teléfonos celulares. En cambio, para sus antecesores estas nuevas tecnologías representan algo que se añade a los medios tradicionales y no condiciona profundamente su manera de ser ni de relacionarse. Para la generación de la red, estos nuevos instrumentos juegan un papel primordial en la construcción de su personalidad y sus relaciones sociales. Para ellos es absolutamente natural el uso de las TIC (tecnologías de información y comunicación). Crean blogs, se conectan en red y se fabrican un “capital social” virtual.

   Ciertos espacios, como MySpace y Facebook, están concebidos expresamente como redes sociales destinadas a los jóvenes que ponen su perfil y lo intercambian con otros, aunque adultos curiosos o inquietos también se suscriben a estos espacios y no sólo para saber en qué mundo viven sus hijos). Otros espacios, como Second Life, ofrecen a los internautas la posibilidad de transformarse y lanzarse a toda suerte de aventuras. A través de un alter ego virtual se pueden arriesgar a experiencias, atreverse a establecer relaciones, realizar sueños. En MySpace o Facebook se cuentan historias. En Second Life se participa en historias. En los dos casos la vida se expresa en relato.

   No cabe duda que estos medios transforman la forma en que niños y adolescentes descubren el mundo, desarrollan una identidad y construyen su vida de relaciones. Todas las informaciones de socialización del individuo -de integración a la sociedad- son referidas. Las ventajas de estas nuevas técnicas de socialización son evidentes: permiten entablar relaciones más fácilmente, ofrecen a jóvenes tímidos o introvertidos una forma de hacer experiencias “auto-terapéuticas” por medios indirectos de expresión de sí mismos (blogs), de intercambio (forums, chats) o de desdoblamiento (avatares). Hay también usos pedagógicos, como el Twinning, creado en Europa para el intercambio de cursos de diferentes países para el aprendizaje de idiomas.

   Sin embargo, los peligros son claros: adolescentes y niños, sin darse cuenta, pueden dejarse someter por personas de más edad o malintencionadas en sus relaciones, también sexuales. La frontera entre lo virtual y lo real puede difuminarse y el paso de uno a otro ámbito puede ser nefasto: la niña que acepta una cita con un “amigo” a quien conoció por Internet, el contacto de un joven con una amiga que ha ocultado ser menor de edad, pactos suicidas sellados en una red social de la web...

   La pantalla de la computadora puede ejercer una fascinación adictiva y la sociabilidad virtual puede ir en detrimento de los encuentros en la vida real, creando ciber-dependencia. También se puede dañar la concentración de los jóvenes, requeridos por la correspondencia electrónica y las llamadas o mensajes en su celular. Tanto el deseo de ser populares poniendo fotos o videos en la web, como la inquietud que manifiestan por las reacciones de otros son factores que pueden generar una presión muy fuerte y llevar a ilusiones o decepciones.
LA MARCA COMO IMAGEN: BRAND IMAGE


   Un segundo campo que revela tendencias que remueven en profundidad a nuestras sociedades se da en la oferta de bienes materiales según los presenta la publicidad. Desde que la publicidad invadió diarios y revistas, y luego la televisión, su papel ha sido doble: ponderar las cualidades de un producto para venderlo y fomentar un estilo de vida en que ese producto encuentra su lugar natural. Pensadores críticos como Herbert Marcuse han intentado hacernos tomar conciencia de las necesidades artificiales que crea la sociedad de consumo para sostener el dinamismo económico. Pero su reflexión crítica no ha tenido mucho éxito. El hombre no es un ser natural sino cultural, es decir, se va construyendo a través de lo que produce a nivel de objetos, costumbres sociales e ideas. Por eso, no es fácil dividir entre necesidad “natural” y “artificial”.

   Por ejemplo, el teléfono es un objeto artificial que responde a la necesidad natural de comunicarse. Así, lo que en él es ponderado por la publicidad no es sólo una respuesta posible a una necesidad determinada, también simboliza un modo de vida. Esto lo comprendieron las agencias de publicidad en los años 80 al desarrollar el concepto de brand image: “Las empresas prósperas deben producir más marcas que mercancías”, como nos enseñó Noemi Klein en su obra No Logo. 

   Si en otro tiempo el prestigio de una marca provenía de la calidad del producto de una fábrica conocida y reputada, ahora es a la inversa: la imagen de una marca dará prestigio a los productos, sin saber cómo ni dónde fueron fabricados. Las grandes marcas crean una fuerte imagen en torno al logo y ponen en juego valores como libertad, belleza, seducción, espíritu deportivo, fuerza, ligereza, feminidad, masculinidad, etc. Así, productos banales de consumo se asocian ficticiamente a imágenes que atraen, más que por ser objetos necesarios. Generan atracción por un deseo de ser, suscitando un vínculo emocional.
EL ARTE DEL BRAND STORY


   En los años 90 el marketing detectó la “usura” de las marcas. La imagen de éstas no bastaba para dar confianza a los consumidores. El comportamiento de éstos se hacía cada vez más inestable e imprevisible en un universo cambiante. Algunas marcas sufrieron un golpe cuando se comprobó que tras su bella imagen se escondían realidades sociales inadmisibles, por ejemplo, condiciones de trabajo lamentables. Fue entonces cuando los teóricos del marketing descubrieron la fuerza irresistible del relato. A las malas noticias se debía responder con buenas historias. Para relanzar las marcas había que asociarlas a historias específicas.


   La empresa promociona una “identidad narrativa” donde la eficacia de una narración de múltiples elementos es sintetizada en unos pocos minutos: naturaleza del producto, historia e imagen del producto, servicio al cliente, cuidado ecológico y estilo de vida, además de una dosis de magia y misterio. Así, el público puede reconocer circunstancias, aspiraciones y también contradicciones o paradojas de su propia vida cotidiana en esa rápida combinación de factores que juegan en diversos registros.

   “La gente no compra productos, sino las historias que estos productos representan”, afirma Ashraf Ramzy, citado por Christian Salmon en su estudio Storytelling, en el cual me inspiro. El arte del brand story está en comprometer al consumidor con una historia colectiva, mover emociones, provocar el sentimiento de tener un rol en la saga, entrar en comunión con símbolos, formar parte de un mito. Las marcas dan voz a un relato ficticio, “un mundo escenificado y desarrollado por agencias de “marketing experiencial” cuya ambición no es responder a necesidades ni crearlas, sino hacer converger visiones del mundo”.

   Se trata de introducir un producto en la historia -real o imaginaria- de nuestras vidas. Una táctica muy rentable es el placement: el producto que se quiere hacer familiar a los consumidores aparece de manera clara en una serie de televisión para el gran público. Esta táctica está cada vez más extendida en Estados Unidos y Europa.
EL ESPECTÁCULO POLÍTICO: RELATOS PARA CAUTIVAR CORAZONES


   Una evolución comparable se aprecia en el universo político. Ha habido un trasvase desde el discurso racional al registro emocional. En otro tiempo, los partidos políticos intentaban captar la aceptación de la gente con un proyecto de sociedad y un programa político que eran debidamente argumentados. Hoy, comunican emociones para ganar corazones. Aquí también triunfa el storytelling: no hay nada mejor que un relato para tocar corazones.

   Basta pensar en las recientes campañas electorales en Estados Unidos o Francia. En el año 2004, una historia contribuyó mucho a la reelección de George W. Bush: la de Ashley. Fue un spot publicitario realizado a partir de una situación verdadera: el encuentro del Presidente con una adolescente de quince años en Ohio. En el clip se cuenta la historia de esta muchacha: perdió a su madre en los atentados del 11 de septiembre y visita al Presidente después del mitin y es abrazada por él, irrumpe en sollozos y luego se siente plenamente consolada. Todo, en el lapso de un minuto, en el que intervienen una amiga de la familia y Ashley. Su padre concluye: “Lo que yo quiero es ver el corazón y el alma de un hombre que ocupa las más altas funciones en nuestro país”.

   Christian Salmon analiza así la indudable eficacia de este clip: “Un montaje rápido encadena una sucesión de planos cortos, presentando diferentes testimonios de personajes que sostienen la coherencia y credibilidad del relato. El Presidente, figura central del spot, no habla. No expone ninguna idea ni presenta un programa. En él no hay más que serenidad y bondad. Es el mediador de una especie de milagro. Se presenta sólo por medio de los testimonios que narran sus gestas y propuestas, como en las vidas de los santos o en la narración evangélica”. Este clip está en YouTube. Fue el más caro de la campaña presidencial -6 millones y medio de dólares-, y fue difundido 30 mil veces en cadenas locales en el marco de una operación mediática que incluyó envío de folletos y millones de correos. Al día siguiente de las elecciones, los demócratas reconocieron la causa de su derrota: los republicanos “cuentan historias”, mientras nosotros “recitamos letanías”.

   Una campaña electoral es una historia compuesta de intrigas y actualizaciones, que inscribe la vida del candidato en la de la nación. Por eso los postulantes a la Presidencia buscan el consejo de los expertos en storytelling management. 

   Los miembros del Boston Consulting Group, líderes mundiales del consulting estratégico, fueron invitados a Francia en el año 2006 para preparar la campaña electoral de Nicolas Sarkozy. En Estados Unidos, los políticos ya no se rodean de expertos en comunicación, como en la era de Reagan, sino de story spinners, quienes ayudan a convertir el mensaje en simples y emotivos relatos que sean los más adecuados para cautivar al público. Esta tendencia lleva a escenificar y teatralizar en televisión las reuniones políticas y las apariciones de los jefes de Estado o responsables del gobierno. Se muestra el perfil de un líder carismático que seduce naturalmente, no el del tecnócrata preocupado de convencer con la razón. Los discursos son dirigidos a las pasiones colectivas y el espectáculo reemplaza al debate propiamente político.
EL GIRO NARRATIVO: LA FE MUEVE MONTAÑAS Y NECESITA ESCUCHAR HISTORIAS


   ¿Qué concluimos de estos ejemplos sobre socialización de los jóvenes, marketing y política? Que existe una sed insaciable de nuestros contemporáneos por contar y escuchar pequeñas historias. Los relatos mantienen apasionadas a las audiencias. Todas las sociedades han creado narraciones, mitos y leyendas para explicar su origen y dar forma a su identidad. Sin embargo, la posmodernidad -marca de nuestra época- ha sido descrita como el fin de las grandes narraciones: los textos fundacionales de las tradiciones religiosas, metafísicas e ideológicas, han perdido su poder de convicción, pues se ha desacreditado el logos. 
  

   Diversos factores convergieron para que ello ocurriera. Recordemos el desarrollo del espíritu científico positivista, las filosofías de la sospecha (Marx, Nietzsche y otros), la exégesis crítica, el fracaso de las ideologías políticas (comunismo y fascismo) y, en particular, otros dos factores: el freudismo -que redefine al ser humano, que pasa de animal racional, según la tradición, a ser de pulsiones- y el traumatismo causado por los campos de concentración y de exterminio de los judíos. Todo esto ha formado el subconsciente de nuestra civilización.

   El resultado es la pérdida de confianza en la palabra y la razón humanas. Si la civilización occidental fue construida sobre el logos de la filosofía griega y el Verbo de la revelación cristiana, la posmodernidad hace pasar nuestra cultura occidental del reino del logos al del pathos. Ante la ausencia de un gran relato fundacional capaz de dar sentido a la vida y orientar la acción humana, nuestra época busca dar coherencia a los aspectos contradictorios e irresolubles de la vida.

   Para navegar en medio del “caos de los saberes fragmentados”, legitimar conductas y apaciguar las tensiones sicológicas notablemente unidas a la precariedad, la gente elabora historias (en Internet) o se dirige a gurúes (managers, políticos, estrellas del espectáculo, jefes de sectas) que triunfan gracias a sus relatos.

   “La gente no quiere informaciones” -escribe Annette Simmons, autora de uno de los best sellers del storytelling. La gente quiere creer en ustedes, en sus objetivos y en sus éxitos, en la historia que ustedes les cuentan. La que mueve montañas es la fe y no los hechos. Los hechos no dan origen a la fe. La fe necesita una historia para sostenerla, una historia significante, creíble y que produzca la fe de la gente en ustedes”. 
ESTADO DEL ESPÍRITU DE NUESTRA ÉPOCA


   En nuestra época se ha pasado de la era de la razón a la de las emociones. Mantenemos la confianza en la racionalidad científica para resolver problemas prácticos. Por ejemplo, los avances de la medicina son espectaculares. No se duda de la pertinencia de las ciencias médicas ni del saber informático. Pero cuando se trata de cuestiones más profundas de la existencia -nuestro origen y destino, nuestras relaciones afectivas, la vida y la muerte, el bien y el mal- la ciencia no da respuestas. Entonces, vivimos intensamente las emociones que brotan espontáneamente del corazón de la experiencia en temas incontrovertibles de la condición humana.

   Si nos faltan palabras para trabajar estas experiencias y observarlas, tenemos gran necesidad de imágenes y mitos que expresen nuestras emociones. El descrédito del logos (conceptualización, ideas, teorías religiosas, filosóficas o ideológicas) lleva a un divorcio entre la palabra y el mundo, según George Steiner, y esto es una tendencia constatable al menos desde principios del siglo XX. Y no ha dejado de acentuarse. Lo que nació en círculos eruditos y artísticos ha llegado a ser moneda corriente. Actualmente, vemos cómo el imaginario colectivo que transmiten los medios se llena de iconos y de nuevas mitologías ante el vacío creado entre el mundo y nuestras representaciones de él -verbales, teóricas- y en nosotros mismos, entre la racionalidad científica y nuestros afectos profundos.

AYER: HOMO SAPIENS
HOY: HOMO LUDENS Y HOMO DEMENS



   En un libro reciente Iconologies: Nos idol@ tries postmodernes, el sociólogo francés Michel Maffesoli pasa revista, en tono gracioso, a estos iconos y nuevos mitos contemporáneos: la vuelta de Dionisios, la búsqueda del Grial, Houellebecq, Google.fr, Loft Stories, MySpace, Harry Potter, “Sarkolène”, Zidane…

   Esta obra, escrita con gusto y sin tomar distancia crítica, refleja muy bien el estado del espíritu de nuestra época. Más exactamente, del estado de la imagen que da nuestra sociedad de sí misma y que crean los medios y los espectáculos. Sin compartir todas las visiones del autor -que él afirma más que analiza- me inspiro en sus descripciones, pues me parecen muy pertinentes.

   Según Maffesoli, nuestra cultura ha sustituido el ideal racional por un “ambiente idólatra”: la expresión no es peyorativa para el autor. “A diferencia de la Historia fundamentada por sí misma y que tiene un Sentido y una Verdad, con mayúsculas, la mitología no es más que una serie de episodios que, a lo sumo, tienen verdades puntuales y, en cualquier caso, efímeras. Son pequeñas historias que se pueden contar”.

   Los iconos contemporáneos y los pequeños mitos que inundan nuestras pantallas nos ponen al nivel de nuestros deseos a menudo difusos, a veces escondidos o inconfesables y ayudan a “dar giros a nuestra existencia”. De ellos irradia el claroscuro de la vida, tanto de las fuerzas positivas como de “la parte del diablo”, las profundidades oscuras.

   El estilo “clásico” del homo sapiens que, buscando el dominio, separa cuerpo y espíritu, naturaleza y cultura, yo y el otro, sentimiento subjetivo y verdad objetiva, se sustituye por el estilo “barroco” del homo ludens y el homo demens, donde el tacto carece del hormigueo de la vida, pone a prueba el desorden de las pasiones, el juego de los sueños, la alternancia de las fuerzas elementales, la fusión de los contrarios. La toma de distancia racional -un “no a la vida”, según el análisis nietzchiano del hombre socrático- cede su lugar a una zambullida en la exuberancia vital, el “sí a la vida”.
DOCE FACETAS DE LA CULTURA CONTEMPORÁNEA


   Coherente con lo abordado en su libro, Maffesoli no se libera del análisis sistemático del espíritu posmoderno -que es una forma de dominio racional-, sino que a través de los capítulos desgrana múltiples facetas a partir de los iconos contemporáneos, los que aborda en orden alfabético.

Subrayo algunas de estas facetas que, según creo, tipifican nuestro tiempo y merecen una reflexión.

El nomadismo posmoderno. Más que centrarse en una identidad bien definida (síquica, profesional, ideológica) o en relaciones sociales estables y convicciones firmes (religiosas, políticas, ideológicas), se escoge la movilidad, el cambio, la renovación, una “identidad plural”, un “vínculo social a la vez evanescente y más intenso”, una “vida múltiple”, el juego de las máscaras.
El relativismo de los valores. Se relativiza el “absoluto”: se ponen en duda todos los proyectos ideales, se hace burla de lo que se toma en serio, se toman a la risa las imágenes piadosas del pasado. Se “ponen en relación cosas que se creían opuestas”: el bien y el mal, la felicidad y la desgracia son inseparables.
Ser cool. El ideal del dominio de sí mismo, el “voluntarismo, político, militante, racional, dejan paso a una actitud de serenidad, de desprendimiento, de dejar ir, de desenvoltura, una actitud cariñosa y gozosa”, que se manifiesta claramente en el modo de vestir.
El presentismo dionisíaco. No se ve por qué retrasar un placer. Sin religión que induzca al desprecio del mundo, sin visión ideal, utópica o escatológica que oriente hacia el futuro, se desea vivir el presente, disfrutar aquí y ahora del mundo tal como es.
El culto al cuerpo. Tatuajes, piercings y otras maneras de grabar el cuerpo son signos de pertenencia. El cuerpo se vive como la sede del instinto vital y de la libido, muy segura, y no solamente sexual, sino también, como indica Carl Gustav Jung, como fundamento de toda la energía síquica “y base, después de la noche de los tiempos, de todo ser-conjunto”. Este cuerpo, con su “vitalidad humana y animal a la vez”, con sus humores, pulsiones salvajes y facetas a veces monstruosas, hay que celebrarlo, hacerlo vibrar en la exaltación colectiva: conciertos, fiestas rave, reuniones de sectas religiosas... Subrayemos que la naturaleza de la reunión (la música, la danza, el deporte, un culto religioso, un mitin político) es un pretexto para el deseo de vibrar juntos, de sentir “la reliance fundamental” que nos hace pertenecer y comulgar con el grupo, la naturaleza y todo el universo. 


La ley de los hermanos en lugar de la ley del padre. La autoridad vertical del padre (terrenal o celestial), quien dicta normas y prohíbe, se sustituye por la autoridad horizontal de los hermanos (Big Brother) que “toleran todo” e inician a la vida. Esto se verifica en la “comunicación entre pares” en el universo de los jóvenes, pero también en el mundo de los adultos en el coach, que sustituye la autoridad del jefe, del experto, del maestro pensador o del director de conciencia. Este cambio está unido a los dos siguientes.
El atractivo de la iniciación. Reemplaza el peso de la educación, el de la pedagogía cuidadosa de conducir al niño “de la barbarie a la civilización”. Todo eso se sustituye por los procesos de iniciación bajo el acompañamiento de los “hermanos”, procesos comparables a los ritos de paso de las sociedades premodernas, que buscan hacer aflorar las múltiples potencialidades que cada uno lleva en sí. La iniciación es un “proceso de metamorfosis en el que la persona plural, gracias a sus diversas identificaciones, vive sus múltiples roles y todas sus posibilidades en el seno de una pluralidad de mundos, en el seno de una pluralidad de vidas”. Desde esta perspectiva se comprende el interés por la tele-realidad o Second Life. Maffesoli subraya que las grandes películas y novelas de nuestra época (Harry Potter, Código Da Vinci, El Señor de los Anillos) son relatos de iniciación.
El contrato social deja su lugar al pacto. La idea del “contrato” es racional, obediente a la ley del padre. Privilegia lo cognitivo y establece una relación por medio de reglas. En cambio, el “pacto” se apoya en el sentimiento, se enraíza en una sensibilidad femenina, traduce una relación más cercana a sí mismo y a los otros. El desplazamiento desde el contrato (social, racional) hacia el pacto (tribal, emocional) es un cambio de paradigma muy profundo que se verifica en todas nuestras relaciones.
-Las vidas públicas y privadas, íntimamente mezcladas. Lo íntimo se deja ver en la televisión y en la web. El pudor ya no cuenta, el muro de la vida privada se derrumba, la sexualidad se vuelve espectáculo en programas de tele-realidad. A esto se podría añadir el uso del celular que pone las conversaciones privadas en el espacio público: transporte, grandes almacenes...
El sincretismo filosófico y religioso. Más que representaciones claras y sistemas teóricos, gustan los patchworks conceptuales, las ideologías portátiles, las nebulosas, el mestizaje, el politeísmo de valores, la multiculturalidad.
La nueva magnificación del mundo. Se produce después del “desencantamiento del mundo” (Max Weber), unida a la secularización de la sociedad occidental, que sigue al desarrollo del pensamiento científico y crítico, también en la teología. Estamos ante una cultura que valora de nuevo la imaginación y se lanza a una vasta operación de magnificación. Basta pensar en el cine o en el pub y las discotecas, “mitologías por excelencia de la posmodernidad”.

 

    El pub y las discotecas alegran, toman el papel del ídolo pagano, hacen de la imagen el punto central del comercio humano (circulación de bienes, ideas y afectos), marcan el deslizamiento de la racionalidad hacia la sensualidad y la rebelión de la imaginación contra el imaginario judeo-cristiano, iconoclasta y racionalista. Algunos objetos high tech o accesorios de moda se encuentran bañados de un aura que transfigura la banalidad de la existencia, dejan de ser objetos-iconos y encarnan una dimensión sagrada, cristalizan sueños colectivos, expresan una comunión del cuerpo social, más allá de todo utilitarismo o funcionalidad.
La humildad posmoderna. Al orgullo del racionalismo moderno, que pretendía dominar las pulsiones y oponerse al mal sin impedir las desviaciones de la civilización occidental -genocidios, guerras y saqueo de la naturaleza, presentes como “resultado lógico de un racionalismo mórbido”- se preferirá la humildad posmoderna, consciente del parentesco de lo humano con el humus de la tierra. No se negará el mal, la crueldad, lo trágico de la existencia. Pero se reconocerá que nuestras oscuridades son las de la Naturaleza y que se debe acoger el mal, integrarlo, engatusarlo. La sociedad está en “una armonía conflictiva” permanente y la vida es una realidad compleja donde el bien y el mal, y lo blanco y lo negro, son facetas complementarias. Más que combatir el mal a través de una moral voluntarista, será mejor tomar en cuenta la negrura de la existencia, afrontar nuestra parte oscura, aceptar la prueba y “homeopatizar” las pulsiones violentas, lo trágico y la muerte, la parte de animalidad que nos acosa, experimentando todo eso en la música, la danza y el juego.

   El libro de Maffesoli dibuja un cuadro vivo y bastante más que simpático del espíritu de nuestra época. Nos devuelve el espíritu de los círculos donde se crean las imágenes y los mitos en los que le gusta reconocerse a nuestra sociedad. Sin duda, podríamos relevar entre nuestros contemporáneos otras voces, actitudes y miradas. Pero la mentalidad descrita por Maffesoli es la que transmite abundantemente la televisión, el cine y la web. Ante la fuerza de los medios, es bueno tomar distancia e interrogarse sobre las cuestiones de fondo. Voy a limitarme a tres tópicos distintos pero unidos: el deseo, el poder y el mito.
EL DERECHO AL PLACER INMEDIATO


   Maffesoli enseña que estamos en el disfrute del aquí mismo y del ahora. Este hedonismo supone una relación instintiva, poco reflexiva respecto al deseo. Es un “dejar ser”, abandonarse a lo que se ofrece, sin preocupación por el control de uno mismo, sin planificar. Uno puede ceder así a situaciones elegidas, pero que le hacen daño a uno mismo o a otros en un mundo donde prima el principio del disfrute, en detrimento de la ley que instaura la diferencia entre el bien y el mal del mundo binario de los adultos. Dejarse llevar por las ganas, hacer lo que uno quiere, sin reflexionar ni sentirse culpable.

   El médico inglés Theodore Dalrymple llama a esta plaga de nuestra sociedad, donde la irresponsabilidad engendra miseria, la “frivolidad del mal”. Habiendo practicado su oficio en prisiones y barrios marginales, ha visto lo que esto produce en el cuerpo y alma de nuestros contemporáneos más despojados: comportamientos irresponsables que una mentalidad relajada parece justificar. Influenciados por la televisión y el cine, pretenden tener derecho al placer inmediato, establecer vinculaciones con nuevas parejas sin pensar en los hijos. Dejan de ser responsables, lanzándose a relaciones sexuales sin futuro, sin pensar en las consecuencias: embarazos precoces, niños no deseados, pérdida de trabajos, divorcios...
LA TIRANÍA DEL DESEO, EL TRIUNFO DEL CAPRICHO


  ¿No deberíamos concluir que el estado del espíritu descrito por Maffesoli es para los fuertes y que los débiles seremos las víctimas? Dalrymple tiene razón al insistir en la necesidad de la ley para encauzar la tiranía del deseo. La ausencia de ley -como su exceso- conduce a la deshumanización. La relación con el deseo se construye, tal como debe construirse la gestión del tiempo. En nuestra sociedad la cuestión del deseo está más unida que nunca a nuestra relación con el tiempo. Hoy todo incita a la comunicación instantánea (celular, mensajes de texto, correo electrónico) y a la satisfacción inmediata (compras por teléfono, música e imágenes directas al disco duro). En lugar de planificar el uso del tiempo, se decide al momento, respondiendo a las ofertas del momento.

  En una tribuna de Le Monde titulada “La escuela frente a la barbarie consumista”, Philippe Meirieu, responsable de una cadena de televisión educativa (Cap Canal), evoca el triunfo del capricho: “Hoy en día, toda la maquinaria social, lejos de proporcionar puntos de apoyo al niño para liberarse del infantilismo, lleva al infinito el principio de que con la educación debe justamente aprender a liberarse: tus pulsiones son órdenes. Así, la pulsión de compra se convierte en motor de nuestro desarrollo económico. La publicidad provoca un cortocircuito para toda reflexión y exalta el paso al acto inmediato… El teléfono celular reduce las relaciones humanas a la gestión de una inmediata conminación. Todo susurra al oído de los niños y adolescentes: Ahora, enseguida, no importa a qué precio”. 
¿Y LA VIOLENCIA?


   Un aspecto particularmente controvertido toca nuestra relación con la violencia. El espectáculo de la violencia nos repugna y atrae al mismo tiempo. Desde la edad más joven, los niños se enfrentan a imágenes de conflictos, violencia y muerte en la televisión y el cine. Los videojuegos incitan a menudo a comportamientos bárbaros dentro de lo virtual. Los adolescentes usan las cámaras integradas a sus celulares para filmar escenas violentas que ellos mismos han provocado. Estas imágenes las subirán de inmediato a la web: se llama happy slapping. 

   Seguir el instinto, satisfacer las pulsiones, gratificar los sentidos, como única preocupación, ¿no conduce inevitablemente a hacer sufrir a otros? ¿Es suficiente justificar, por su supuesta función catártica, el recurso a la imagen violenta, que disminuiría la presión de nuestras pulsiones agresivas? ¿Nuestra sociedad tendrá la valentía de confesar sus placeres perversos?
¿SOMOS LIBRES? EL PODER DE LA PUBLICIDAD


   Las sociedades occidentales se presentan como democráticas, respetuosas de los derechos y libertades individuales. Desde el punto de vista antropológico, la libertad de derecho, de iure, no es suficiente para garantizar una libertad de hecho, de facto. Libres serán los educados en la libertad. Una permisividad sin límites puede impedir el acceso a la libertad. La condición humana es tal que “los hombres y espíritus intemperantes no pueden ser libres”. Theodore Dalrymple recuerda la cita del filósofo inglés Edmund Burke (1729-1797) en su crítica a una cierta élite intelectual contemporánea que, desconociendo las realidades de nuestra naturaleza humana, desarrolla teorías para legitimar toda clase de comportamientos irresponsables, sobre todo en relación con la sexualidad.

   Si la relación con las pulsiones y el acceso a la libertad pueden ser problemáticos en el contexto actual, hay otra amenaza a la libertad que no viene del interior sino del exterior del ser humano. Bajo la apariencia de libertad se esconde en nuestras sociedades un juego de poderes económicos y políticos que trabajan manipulando al público. Su fuerza es más eficaz, pues no nos ataca en un gran día, sino que nos sorprende cuando no estamos en guardia, en los instantes donde nuestro nivel de autodefensa es más bajo: quietos, en la intimidad de nuestra casa, delante de la pantalla de la televisión o de la computadora.

   Un ejemplo, es el “producto de inversión”, táctica publicitaria que consiste en resaltar un producto dentro de los episodios de una serie televisada de gran audiencia. La marca aparece, subliminalmente, en la pantalla. Parece formar parte natural del decorado. Apenas se le presta atención, pero se incrusta en la memoria. Casualmente, ese producto interviene en un momento de la acción, en manos de tal protagonista que dice tales palabras. Hoy, poderosas agencias publicitarias orquestan esta táctica. Controlan no sólo la forma en que sus productos son mostrados en pantalla. También deciden las palabras que se dirán en la creación de las intrigas y el rodaje de las secuencias.

   Los expertos en marketing de las grandes empresas multinacionales ejercen un poder real en la industria del espectáculo bajo apariencia de crear puramente productos de diversión. Otra de sus tácticas es el brande entertainment. Buscan crear un lazo afectivo entre un programa (televisión, radio, podcast, festival) y una marca, con el fin de traspasar las emociones y el entusiasmo suscitados por ese espacio mediático a la marca. Un medio más eficaz para infiltrarse y formar parte del universo juvenil es ser el patrocinador único o privilegiado de un programa de éxito para ellos. 
VENDER LA POLÍTICA COMO UNA MARCA


   Las mismas prácticas y connivencias con el marketing y la industria del espectáculo se dan en los medios políticos. Cuando un Presidente hace una declaración por televisión todo está calculado: escenografía, planos, iluminación, vestimenta, igual que en un espectáculo. El objetivo en ambos casos, es “tocar” emocionalmente al espectador e impresionar lo justo.

   El poder político está muy consciente del impacto de los medios e intenta usarlos en su provecho. Los servicios de publicidad fabrican programas que ponen a disposición de los canales locales. Una estación de televisión como Fox News, fundada en 1996 por Rupert Murdoch y Roger Ailes, uno de los primeros spin doctors de Ronald Reagan, tiene una ideología política y cada día decide qué informaciones dar y cómo darlas, en función de su visión del mundo y su elección política, en este caso, republicana o conservadora.

   Sin darse cuenta, los espectadores tienen, bajo una aparente imparcialidad, una visión empobrecida, parcial, biselada, de la actualidad. Estos canales pueden ser más poderosos que los responsables políticos, pues pueden sostener a unos y demoler a otros. El éxito de los políticos depende de ellos. En caso de crisis, pueden ser útiles.

   Tres semanas antes de los atentados del 11 de septiembre, Charlotte Beers, que había dirigido dos de las más grandes agencias de publicidad de Estados Unidos, fue nombrada subsecretaria de Estado para la diplomacia. “Primera vez que una profesional del marketing era contratada para un cargo de responsabilidad diplomática y no como simple consejera en comunicación”. Colin Powell quería personas “capaces de hacer marketing de su política exterior y vender al mundo los valores del Departamento de Estado como una marca”. 
EL PODER POLÍTICO REDUCIDO A ESPECTÁCULO


   Arropados por el infotainment, el advertainment y lo que Salmon denomina el “complejo militar-entertainment, nuestros contemporáneos se bañan en el universo de emociones fuertes, juegos y sueños sin tomar conciencia de las batallas reales que libran a menudo las fuerzas tenebrosas del mundo. Max Dorra, profesor de Medicina en París, tiene razón al ver en “la posesión por una clase dominante de los medios de producción de opinión” un “reto inédito para la democracia”. Los manipuladores de la opinión creen simplemente en el desconocimiento: señalan por todos lados a supuestos chivos expiatorios para explicar todas las desgracias del mundo (emigrantes, extranjeros, judíos). Dramatizan con distintos contrastes los antagonismos sociales como herramienta de comprensión (conflictos entre naciones, guerra de sexos, lucha generacional). Llaman la atención -recurso clásico en los ilusionistas- con una mezcla de noticias serias, hechos diversos, deporte, la personalización de la política y el ruido que enmascara los verdaderos informes de dominación.

   La búsqueda de espectacularidad por parte de la política hace que un close-up en la pantalla tenga más impacto que un argumento fundamentado. Lleva al ámbito de la seducción, del disimulo y la mentira, cuando los verdaderos retos geopolíticos del mundo actual exigen mujeres y hombres despiertos y lúcidos. No podemos admitir que queden a cargo del club de privilegiados que manipulan la opinión pública. Tenemos necesidad de espíritu crítico, de análisis, de periodismo de investigación, de verdaderos debates.
LOS MITOS ACTUALES SON COMO NOSOTROS PODRÍAMOS SER


   Todas las culturas han producido mitos, relatos a menudo densos, de divinidades y héroes, a través de los cuales los hombres han podido expresar su visión sobre las grandes cuestiones de la existencia (origen, destino, diferencia sexual, enlace de generaciones, futuro, muerte) y trabajar sobre sus pulsiones y emociones.

    En la cultura occidental posmoderna, que dejó atrás la época de la Cristiandad y la Modernidad, este esfuerzo de expresión y este trabajo sobre las pulsiones y emociones se efectúa, sobre todo, por medio de producciones culturales: la música, las artes y el cine. Incluso el deporte se reviste de una dimensión mitológica por la espectacularidad de los eventos y la “vedetización” de los jugadores, que alegran las pulsiones profundas y la necesidad de relatar, permitiendo ver la escenificación en la ficción de las peripecias y tensiones vividas en conjunto.

   Según Maffesoli, la publicidad se ha convertido en factor determinante de la nueva “magnificación” de la existencia, en una cultura donde la racionalidad científica y práctica había llevado al desencanto. Hay una diferencia que salta a la vista respecto a las mitologías que revelan otros universos culturales. Los mitos antiguos relatan aventuras de dioses, ancestros y héroes lejanos a nosotros por naturaleza y origen (divino o semidivino), aptitudes (el control de las fuerzas naturales, poder mágico), virtudes (la santidad en las leyendas cristianas) y arraigamiento temporal (épocas pasadas o ámbito atemporal). En cambio, las estrellas de hoy podrían ser nuestros vecinos: son humanos como nosotros, se visten como los contemporáneos, hablan, se comportan como todo el mundo.

   Esta nivelación tiene importancia. Los mitos de hoy que despliegan las pantallas de los cines y las computadoras, la publicidad, el mundo del espectáculo y la música, no llevan consigo indicios de la dimensión de alteridad propia de las mitologías tradicionales. El objeto de esa alteridad era establecer una relación entre la banalidad cotidiana y un orden superior. Las imágenes e historias de los mitos contemporáneos se contentan con reenviarnos nuestro propio reflejo centelleante, bajo el efecto mágico que produce todo espejo.

   Es oportuno calificar nuestra cultura de “narcisista” porque las imágenes y relatos en los que aparecen trabajando figuras -imaginadas o narrativas- que no se manifiestan en otro orden, repercuten en nuestra propia apariencia, sentimientos e historias. Incluso los robots futuristas de la ciencia ficción son fabricados a imagen y semejanza de nuestra humanidad presente.
ANSIA DE ESPIRITUALIDAD Y RECHAZO DE LAS RELIGIONES


   Este narcisismo propio de nuestra cultura no impide una sensibilidad frente al misterio que atraviesa la tela de nuestras vidas y por ello habita también en los espejos mágicos en los que la contemplamos. Hoy en día hay un gran interés por la espiritualidad y un rechazo frecuente a las religiones. Esta espiritualidad se nutre del sentimiento de algo divino o de una sacralidad difusa, indefinible. En cambio, las religiones promulgan contenidos dogmáticos bien definidos y reglas morales claras, que hoy son interpretadas a lo sumo como obstáculos para una búsqueda espiritual auténtica.

   El acento puesto en la experiencia emocional “subjetiva”, en detrimento de la reflexión racional “objetiva”, hace que la cultura posmoderna esté mal preparada para el reencuentro con otras tradiciones, en particular con el Islam. El mundo islámico se afirma en una adhesión de fe impermeable a la reflexión racional crítica. Y el mundo occidental saca a la superficie emociones intensamente vividas, pero poco reflexionadas.

   Así, la situación de una sociedad multicultural es la de entidades culturales y religiosas que conviven, se enfrentan o acuerdan falsas concesiones sin comunicarse primero verdaderamente y dialogar y sin plataformas de reflexión común, ya que esto supone el ejercicio humilde de una racionalidad existente, abierta y prudente. 
UNA TAREA URGENTE


   La cultura occidental nació de una confluencia del logos griego y del logos cristiano. Ante la presión de las pulsiones arcaicas y del destino supuestamente impuesto por el panteón de dioses, la Grecia antigua descubrió la vía media de la razón humana, capaz de responder, por un lado, a través de la elaboración de una sabiduría moral y, por otro, mediante la desmitologización filosófica y la argumentación lógica.

   Ante otras religiones paganas, ancladas en la violencia del sacrificio, la tradición judeo-cristiana ha puesto al descubierto los resortes de esta violencia y ha revelado un Dios que desea amor y no sacrificio, justicia y no derramamiento de sangre. La confluencia de estas dos fuentes ha permitido al hombre occidental salir de los embrollos mitológicos o mágicos y acceder a una libertad de corazón y espíritu. Esto sigue siendo cierto, aunque en la historia cotidiana de nuestra civilización, el trabajo comprometido en esta dirección haya quedado con frecuencia en sus comienzos.

   Queda descartado que la posmodernidad nos vuelva simplemente hacia atrás para reproducir las épocas helenísticas y cristianas del pasado, como si el siglo XX no hubiera tenido lugar. Pero aún podemos aprender de la historia y examinar nuestras políticas y prácticas, nuestras pequeñas historias y mitos, bajo el ángulo de la razón. Si hoy hay una tarea urgente, al menos a los ojos de los que nos preocupamos por el futuro del mundo, es educar en una nueva sabiduría y en una verdadera libertad, sensible al bien común.

(TEXTO PUBLICADO EN LA REVISTA MENSAJE, CHILE, MAYO 2009)


Notas provocativas: anversos, reversos, metaversos y multiversos.

MOVIMIENTOS, VARIACIONES Y DERIVADAS Algunos son hitos en la historia personal de mis lecturas o conversaciones, otras son hallazgos casuale...